Sinopsis:
Yunjae tiene dieciséis años, está en la edad de las emociones desbordadas, el amor y la rabia. Pero las amígdalas de su cerebro son pequeñas, más pequeñas que una almendra y, como consecuencia, Yunjae es incapaz de sentir nada.
Esta novela me ha sacado de mi zona de confort porque hasta ahora, que yo recuerde, no había leído literatura surcoreana contemporánea.
Me ha sorprendido agradablemente la narración de un niño con un problema cerebral que le impide experimentar y reconocer emociones. Algo que nada más plantearme, me da escalofríos.
Es mérito de la autora relatar la evolución del protagonista, desde la infancia hasta la juventud, pasando por una adolescencia sufriendo acoso.
Junto a malas personas, por fortuna también existen otras que se preocupan por aleccionarlo en cómo enfrentarse a un mundo hostil sin las herramientas que nos proporcionan las emociones. Es una historia sobre crecer, descubrirse a uno mismo y aceptar que la ayuda no siempre viene por donde la esperamos.
Un libro que también deberían leer los jóvenes para aprender que lo diferente es igual de importante.
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