A diferencia de las anteriores citas olímpicas, este año no he visto apenas la ceremonia de apertura. A las seis de la tarde del viernes tenía reunión del club de lectura, que se alargó más de lo habitual, señal de que estábamos a gusto y que teníamos mucho que comentar. A continuación, tenía que hacer unas compras en un supermercado de la zona de la casa de cultura, para luego ir a casa, cenar un poco porque a las diez había quedado con mi amiga Encarni.
De lo poco que vi de la ceremonia, me pareció deslucida la llegada de las delegaciones en bateau mouche y encima bajo la lluvia. Con la alegría y el orgullo que produce verlas entrar en el estadio, bandera en mano. A posteriori, me encantó ver a Rafa Nadal entre los portadores de la antorcha y a Céline Dion cantar, a pesar de su enfermedad.
A ver cómo queda el medallero español...
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