Sinopsis:
Mélanie ha participado en un reality show televisivo y es seguidora de sus sucesivas ediciones. Cuando se convierte en madre de un niño y una niña, Sammy y Kimmy, empieza a grabar su día a día y cuelga los vídeos en YouTube. Crecen en visitas y seguidores, llegan los patrocinadores y el dinero fluye. Tras la fachada de este canal familiar tierno y edulcorado hay rodajes interminables con los niños y retos absurdos para generar material. Hasta que un día Kimmy, la hija de corta edad, desaparece. Alguien la ha secuestrado y empieza a enviar extrañas peticiones. Es entonces cuando el destino de Mélanie se cruza con el de Clara, policía solitaria sin apenas vida personal y que vive por y para el trabajo.
Esta novela es la que vamos a comentar en la próxima reunión del club de lectura.
Con el título se refiere, evidentemente, a los niños. El punto de inflexión aquí es su presencia en redes sociales, aunque no se limita a ellos, ya que empieza a cargar las tintas con los reality show. Así, es demoledora la lista de ingredientes para un reality show: una mala pécora + una rubia tonta + un graciosillo + un guaperas + un chulo piscinas. Y es cierto. No quiero dármelas de superioridad moral, pero huyo de este tipo de programas.
El daño de la exposición de la privacidad también era el tema principal de Redes, de Eloy Moreno, y en dos novelas de Pablo Rivera: La cría y Las niñas que soñaban con ser vistas.
La que nos ocupa tiene la novedad de avanzarse en el tiempo y plantear cuál será el futuro de los niños y adolescentes casi profesionales de las redes, que los dejan sin infancia a cambio de suculentos ingresos.
Un panorama desolador.
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