El sábado 21 mi amiga Rosa cumplía años y cambiaba de cifra inicial. Como es el colmo de la generosidad, nos invitó a comer el lunes. Me apetecía mucho la reunión, teniendo en cuenta que el año pasado me la perdí por uno de mis resfriados de campeonato. La consigna era llevar algo navideño y allí que fui con mi jersey, un gorro de lentejuelas y unos pendientes de árbol de navidad. Antes muerta que sencilla, ya sabéis.
A petición suya, le regalamos una estufa, colonia y unas prendas de ropa que cambió porque no le acababan de convencer. A la completa comida le siguió una deliciosa tarta de pistacho, elaborada en esta ocasión por nuestra amiga Leonor, otra repostera formidable. Qué bien la pasamos.
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