Sinopsis:
Romy es una alta ejecutiva que inicia una ardiente aventura de sexo extremo con su joven becario, Samuel a espaldas de su marido Jacob. Romy invertirá su rol habitual en el trabajo, pasando de ser quien da las órdenes a disfrutar siendo sometida en la cama. Esta relación extramatrimonial le permitirá encontrar el camino hacia su libertad sexual, a pesar del riesgo y los prejuicios.
Dicen que los hombres de grandes fortunas, poder y responsabilidades en sus empresas son los principales clientes de las dominatrices. Algo así le podría pasar a la protagonista de esta película, pero sus fantasías de sumisión y humillación las tiene más arraigadas.
La sexualidad de cada cual es sumamente personal y respetable, cuando exista el consentimiento, lo que aquí repiten hasta la saciedad. Respetable sí, pero no comprensible, al menos por mi parte, que bastante dura es la vida como para desear un machaque mayor, aunque vaya acompañado de orgasmos.
Como no lograba conectar con la obsesión del personaje interpretado por Nicole Kidman y sus mohines, mi sensación principal ha sido la de estupefacción, que hasta me ha impedido disfrutar de Antonio Banderas en su papel de marido cornudo.
Si se puede extraer una moraleja de tal sinrazón es que hablando se entiende la gente: cuéntale a tu marido lo que te gusta en la cama y podréis llegar a una entente cordial satisfactoria para ambos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario