Australia descafeinada

El otro día he visto “Australia” en el cine y tengo que decir que pese a todo su esplendor fotográfico y masculino, no terminó de convencerme, al igual que a la dueña de este blog. Aun así, mi crítica no va dirigida contra la Kidman, quien no me consta que sea mala actriz y en la que se ha clavado el venenoso colmillo de los entendidos, sino al argumento de la película en sí. Los personajes están completamente acartonados, no me transmitieron nada, empezando por el niño mestizo, tan místico y almibarado él. No sé, me parecieron alambicados, artificiales en sus relaciones, excepto quizá Drover y su amigo aborigen. La relación entre la lady y el viril arriero, que se supone que empieza sin que el cadáver del marido de la dama se haya terminado de enfriar, adolece de cierta… química. Y sobre todo, en el fondo la peli es un canto a los blanquitos buenos que con su bondad mitigaron los abusos de los blancos malos: no se dice nada de las reivindicaciones de los aborígenes y en cuanto a la generación robada de niños mestizos a la que la película se supone que está dirigida, apenas hace acto de presencia. Ambos colectivos están representados por dos individuos, cuyo destino siempre aparece ligado al de los colonizadores. Toda la película se nos va en la odisea de la dama por sacar adelante el rancho y su romance con el monumento Hagman. Eso sí, es precisamente ahí donde reside su atractivo: el viaje con el ganado a través del desierto, con sus peligros y con la creciente atracción entre los protagonistas es, con mucho, lo mejor de la película. Eso, y los planos de Hagman despechugado, para qué nos vamos a engañar. Los paisajes, muy bonitos, gracias, pero no pueden hacer sombra a esos pectorales.
En resumen, que para película épica que intenta ser una – moderada – crítica a la intervención del hombre blanco en otros continentes, me quedo con “Bailando con lobos”