Sinopsis:
Adaptación de la novela homónima de F. Scott Fitzgerald. En la alta sociedad norteamericana, llama la atención la presencia de Gatsby, un hombre misterioso e inmensamente rico, al que todos consideran un advenedizo, lo que no impide que acudan a sus fastuosas fiestas. Gatsby vive obsesionado con la idea de recuperar al amor de su juventud.
En el Facebook de Cinebox pedían críticas de Iron Man 3 hace unas semanas. Envié la mía y me tocó una entrada gratis. Aprovechando que Pedro quería ver Fast & Furious 6 y dado que no coincidía el horario con la de Gerard Butler en la Casa Blanca, opté por entrar a El gran Gatsby. Ni llevaba expectativa alguna a priori ni mi asistencia estaba provocada por un maromo de los míos: a Leonardo lo veo como el ídolo de adolescencia de mi sobrina, con el físico de un pipiolo más. Encima, tanto él como Tobey McGuire tienen ese tipo de cara aniñada que les hará parecer imberbes aun llenos de arrugas.
Volviendo a Gatsby, por supuesto que in illo tempore había leído la novela y visto la versión de Redford. Mi proverbial memoria de pez no guardaba sino un palidísimo recuerdo de ambas, por lo que mi disposición ante la pantalla era bastante virgen. Había leído críticas negativas sobre el barroquismo de Baz Luhrman al plasmar las fiestas de la divina Belle Époque. No lo vi exagerado ni siquiera desentonado el empleo de música actual. Me encantó. Igual que el vestuario, peinado y maquillaje de los locos años 20, qué preciosidad. Me admiró asimismo el cuidado por la palabra escrita, con unos efectos especiales muy bonitos.
Di Caprio está espléndido con las dos caras de Gatsby: el adorable anfitrión de sonrisa cautivadora y el ser que es bajo la fachada millonaria: cuanto más vamos conociéndolo, más grietas encontramos. Epitomiza el ideal norteamericano del hombre hecho a sí mismo, con todos sus defectos. Nace pobre en el Medio Oeste, gana millones merced a negocios deshonestos y con la ayuda del crimen organizado, se cambia el nombre, se muda al Este, se compra una mansión en East Egg y se construye una historia personal falsa, y todo ello con el único objeto de recuperar a un viejo amor perdido, Daisy Buchanan, casada ahora con otro hombre. Gatsby constituye una paradoja a casi todos los niveles. Vive y respira el espíritu norteamericano de iniciativa, idealismo y ascenso social, pero lo hace todo persiguiendo a una mujer que no merece ese esfuerzo. Se envuelve en una imagen de confianza absoluta en sí mismo, pero por dentro está solo y herido por el amor. Qué gran personaje.
1 comentario:
La veré.
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