El domingo 16 hizo un día espantoso de calor, no solo aquí sino también en Denia adonde
fuimos al bautizo de Manel, el sobrino de Pedro. El chavalote está guapísimo,
con una energía que agota al más pintado. Menos al abuelo paterno, el único que
pudo calmar su berrinche en la iglesia, donde me sorprendió agradablemente la
presencia de un aparato de aire acondicionado. Eso sí, en cuanto terminó el
bautizo, se apagó, supongo que el sacerdote no quería que nos eternizásemos con
las fotos posteriores. Los padrinos fueron el susodicho abuelo y la tía
materna, la hermana pequeña de Pedro.
A continuación, nos dirigimos al restaurante, que teníamos para nosotros solos. Tanto el local como el menú son de los que llamo de pitiminí: muchos platos cuyo nombre y loza continente superaba de largo el contenido. En honor a la verdad, diré que estaban buenos, aunque me extrañó que pecasen de salados, cuando es algo que se suele evitar en la cocina. De plato principal, arroz a banda; de postres, una especie de brownie y la tarta del bautizo. Cuando volvimos al coche, marcaba 38°C. A pesar del calor, pasamos un día estupendo en familia.
1 comentario:
Enhorabuena a la familia. Y me gusta mucho la foto de vosotros dos con el nene.
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