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Sinopsis:
Una joven, Victoria "Vic" McQueen, descubre que tiene el poder de abrir portales que la ayuden a encontrar sus objetos perdidos. A medida que indaga más en este mundo oculto, Vic descubre a una serie de aventureros que también pululan por él, algunos buenos y benévolos, otros totalmente corrompidos por el poder. El caso más flagrante es el de Charlie Manx, un inmortal que dice haber adquirido la vida eterna alimentándose con las almas de los niños a los que da caza, por lo que se convierte automáticamente en el peor enemigo de Vic.

A pocas escenas del primer episodio de esta serie me percaté de cómo olía a Stephen King: pueblo donde suceden cosas extrañas, jóvenes sensitivos, niños malignos, coches asesinos, y otros aspectos muy propios del autor. Don Google me informó que el creador de la serie y del libro en que se basa Joe Hill, es, en efecto, hijo del susodicho. Misterio resuelto.

Los primeros capítulos no me acabaron de enganchar. A punto estuve de dejármela pero le di otra oportunidad a instancias de una amiga, aficionada al género. Nunca llegué a conectar con los personajes, la verdad, ni con la heroína ni con el diabólico vampiro bizarro interpretado por un Zachary Quinto cambiando de maquillaje sin parar.

Para colmo, tras aguantar los diez episodios, conforme voy viendo el último me doy cuenta de que es imposible de que se cierren las tramas, de modo que continuará. Que no cuenten conmigo.