Bien se podría decir que la literatura escrita por mujeres está a menudo espoleada por una conciencia esencial del esfuerzo. En clave autobiográfica o como representación de una colectividad destinada a un trabajo poco o nada reconocido las mujeres expresan cuánto trabajo precisa el acto de amar, de tener hijos o de desear la soledad, cuán férrea voluntad hay que reunir para defender una vocación al tiempo que se cumple con las tareas que ha acarreado tradicionalmente la condición femenina. La voz de las mujeres suele exhalar un aliento esforzado, una conciencia constante de que la vida siempre ha de exigirles más que a los hombres.
De Teresa de Jesús a Idea Vilariño, de Luisa Carnés a Alfonsina Storni, pasando por Elena Fortún, Luz Pozo, Concha Méndez, Mercé Rodoreda, Circe Maia, Gabriela Mistral y tantas otras en cuya escritura se refleja el esfuerzo de vivir, la vida trabajada, el cansancio y la voluntad de cumplir, a pesar de las trampas del camino, con una vocación tozuda e intensa.
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