Sinopsis:
Andalucía, 1587. En medio de un pueblo arrasado por la peste, uno de los comisarios de abastos del rey Felipe II encuentra a un niño que aún se aferra a la vida. Arriesgando su carrera, lo rescata de las garras de la muerte y lo lleva a Sevilla, sin poder imaginar lo que acabará suponiendo ese acto.
Unos años más tarde, el joven Sancho se encuentra en las calles de una sociedad moldeada por la pobreza, la guerra y las intrigas. Abandonado a su ingenio y voluntad, crecerá para convertirse en el defensor de los desfavorecidos y las causas justas, y junto a sus compañeros tendrá que enfrentarse a un desafío de cuya resolución dependerá el mismo destino de la ciudad de Sevilla.
Esta es la última novela adulta de Juan Gómez-Jurado que me quedaba por leer. Curiosamente, la tenía comprada desde hacía un par de años, en el confinamiento, y no me había decidido a leerla para no quedarme sin material del autor. La noticia de que en octubre volverá a publicar me ha animado a ponerme con ella, además del hecho de haber terminado La ladrona de huesos, de su buen amigo Manel Loureiro. Sí, entre ladrones anda el juego.
Sin embargo, la ambientación de la presente nos retrotrae al Siglo de Oro en Sevilla, con sus miserias y sus hedores. Encontramos a unos personajes que han de sufrir trabajos, a cual más doloroso y cargado de pérdidas, hasta conseguir el objetivo anhelado. Si el entretenimiento de dichas peripecias no fuera suficiente, cuenta con el añadido de juntar dos genios de las letras como Cervantes y Shakespeare, recurso no novedoso pero que aquí destila un inmenso amor por la literatura que me ha tocado la fibra filóloga.
Me rindo ante la capacidad narrativa de Juan Gómez-Jurado.
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