Sinopsis:
Inspirada por eventos reales, todo comienza cuando el futbolista estrella del instituto, hijo de policía condecorado y traficante de drogas convicto Jimmy Keene es sentenciado a 10 años en una prisión y se le proponen dos opciones: entrar en una prisión de máxima seguridad y hacerse amigo del presunto asesino en serie Larry Hall, o quedarse donde está y cumplir su sentencia completa sin opción a libertad condicional. Keene se da cuenta pronto de que su única salida es conseguir una confesión y averiguar dónde están enterrados los cuerpos de varias niñas, antes de que se apruebe la apelación de Hall. Pero, ¿está diciendo la verdad este presunto asesino? ¿O es esta solo la historia de un mentiroso en serie?
No me extraña que el mismo Stephen King haya recomendado esta serie, porque realmente destaca sobre el resto de la oferta televisiva veraniega.
En los seis capítulos que la componen (prueba de que no hace falta alargarse innecesariamente para impactar) somos testigos de la morbosa relación entre dos reclusos, así como de las circunstancias que los llevaron a la cárcel.
El trabajo actoral de Taron Egerton y Paul Walter Hauser es brutal, sobrecogedor, brillante, tanto que apuesto que no se olvidarán de ellos en las nominaciones a premios importantes. Ese intercambio de miradas, esa contención, esos estallidos son lecciones de cómo componer personajes. Para colmo, también cuenta con la presencia del recordado Ray Liotta en uno de sus últimos papeles.
Pensar que está basado en un hecho real aún impacta más.
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