Sinopsis:
John Wick, legendario asesino retirado, vuelve de nuevo a la acción impulsado por una incontrolable búsqueda de venganza. Al tener que luchar contra asesinos sedientos de sangre que le persiguen, John tendrá que llevar sus habilidades al límite si quiere salir esta vez con vida.
Hace dos domingos fuimos al cine a ver John Wick 4, que le apetecía a Pedro. Con todo lo que me gusta Keanu Reeves, yo no había visto en pantalla grande ninguna de las películas de la saga. He repasado las reseñas de las tres anteriores en el blog y me ha chocado que puse de vuelta y media la primera. Menuda visionaria estoy hecha. Conforme se añade una cifra más al título, mi apreciación va aumentando e imaginaba que esta sería rizar el rizo de la acción y la espectacularidad. No me equivoqué. El hilo argumental es casi lo de menos. Hay que tomarlo como un videojuego donde se van pasando pantallas y que los cientos de muertos son como patitos de una atracción de feria. Los personajes no son reales, son estereotipos, porque es imposible que un cuerpo humano soporte tantos tiros, palizas, atropellos, cuchilladas, caídas y mil perrerías más, y seguir peleando.
Obviando lo anterior, la película es un espectáculo visual: las coreografías de las escenas de acción, que son la gran parte de las casi tres horas de metraje, dejan con la boca abierta. Además, están rodadas de una manera novedosa a mi mirada poco habituada al género: hay, por ejemplo, un fragmento filmado en picado que es una maravilla.
En cuanto al elenco, me dio pena ver la colaboración del recientemente desaparecido Lance Reddick. También sale el pequeño de los Skarsgård, Bill, muy guapo pero a medio cocer, en mi opinión. Sale tan elegante que me pregunté quién sería el diseñador, y resulta que es el español Paco Delgado. Qué suerte vestir a mi Keanu, que se aguanta de maravilla para su edad, que es la mía.
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