El último viernes de septiembre se suele celebrar en los círculos de la Comunidad Valenciana de defensa de nuestra lengua materna una cena de conmemoración de la obra de Vicent Andrés Estellés, poeta de cuyo nacimiento se cumplen cien años. Hay que felicitar a la organización del evento, esta vez en la plaza de España. El Ayuntamiento prestó sillas, mesas y megafonía.
Primero, oímos una conferencia sobre María Ibars, escritora de Denia a la que, para mi vergüenza, no conocía. A continuación, alumnos del instituto leyeron poesías del protagonista. Mari Pau, como profesora suya, estaba allí. Mi amiga Merce recibió el homenaje a sus padres, ya fallecidos, por su fomento del valenciano en obras de teatro para disfrute de toda la población. Su discurso nos emocionó.
La cena consistía en comer lo que cada uno había llevado, así que Loli, Mari Pau y yo compartimos mesa rodeadas de otras mesas de paisanos, al aire libre y en buena armonía. Para terminar, había un recital, pero no nos quedamos porque el fresco, al menos en mi caso, me empezaba a molestar y preocupar.
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