Digamos que México viene a ser el paradigma de caos, un país “pesotero” (de peseta, pesetero, de peso…), siempre a la caza de la propina, ningún ademán cortés que pretenda ser gratuito, algo agotador para un turista que venía a ver su legado histórico y su costa deslumbrante.
La primera excursión fue a Playa del Carmen, con su océano levemente feroz ese sábado, y multitudes nórdicas (de América y de Europa del norte) invadiendo de gritos y crema solar la muy concurrida Quinta Avenida, todo tiendas de souvenirs y restaurantes de variedad múltiple, a precios de Marbella, sin exagerar, que me pidieron 9 € por un imán de nevera, y 20 por una gorra… Luego los encontré a mitad de precio.
Nada más tiene el lugar, aparte de agresividad en los vendedores, ofreciendo masajes cada 50 metros, e incluso “tengo porros, amigo !!”, ante cuya insistencia ni girar la cabeza es lo correcto.
Calor de ese que escuece, humedad relativa del “mucho por ciento”…
El lunes, mañana de playa con agua templada, aperitivo tumbado al sol (el todo incluido incluye todo), y tarde de piscina con algún que otro ron añejo con Sprite para mitigar el calor.
El martes vino el plan estrella: Chichén Itzá…
Restos de la capital maya, todavía emocionante en su amplitud, otra vez con ese calor que acuchilla, y turistas como para asaltar el Palacio de Invierno. Muy interesante la historia contada por un ameno guía, con curiosas demostraciones de la habilidad acústica de aquellos nativos.
Miércoles y jueves playa y piscina con los habituales refrescos hidratantes, sentado en la piscina con el vaso en la mano, 100% guiri…
Y, hoy viernes, con la maleta por hacer, después de despedirme del mar, dispuesto a lucir bronceado en la invernal Pamplona, volaré hacia el este habiendo saboreado la muy deliciosa comida del lugar, paladeado su floja cerveza, y confirmando que en el Caribe, el ron sabe mejor…
Alberto.
Playa del Carmen. México 31.01.2025
1 comentario:
Guapooooo... 😍😍
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