viernes, 31 de julio de 2009
G-FORCE O FUERZA G
miércoles, 29 de julio de 2009
Cyborg famosos
¿Cuáles os gustan más?
Peques famosos
martes, 28 de julio de 2009
Y de repente fue ayer
Boris en estado puro. Una novela emocional de grandes pasiones. Una atmósfera fantástica con situaciones increíbles. La historia de un personaje de éxito al que el pasado le pasa factura. La esperada nueva novela de Boris Izaguirre, el mejor finalista del Premio Planeta de la historia, con más de 250.000 ejemplares vendidos.
Precisamente de la biblioteca de San Vicente tomé prestada esta novela, con el reclamo de estar escrita por el sin par Boris Izaguirre. Supongo que por tratarse de él esperaba otro tipo de narración que no es la que he encontrado. Mea culpa, pues, por empezar un libro con ciertas expectativas y quizás prejuicios.
El argumento, que en sí es interesante, se complica a lo largo de toda la novela al descubrirnos situaciones terribles que viven los protagonistas en su niñez, escenas en que huye de la sordidez, lo que es de agradecer. Sin embargo, la narración no es fluida, el lenguaje es rebuscado, las frases se alargan enormemente en diálogos enrevesados donde parece que quiera demostrar su maestría de escritor, que no dudo que pueda serlo algún día. Da la sensación de que el autor tiene pretensiones que no llega a cumplir y para ello se empeñase en emplear demasiada cantidad de florituras y figuras literarias que no hacen sino embrollar la narración.
Además, para mí el gran narrador sobre esa Cuba es Guillermo Cabrera Infante, así que cualquier otro intento está abocado al fracaso.
La biblioteca de San Vicente
Albergada en un edificio nuevo muy vistoso, en el exterior decorado con palabras, a las estanterías se accede por una amplia y suave rampa de caracol. Dispone una zona de lectura infantil y otra de ordenadores con acceso a internet, además de que está totalmente informatizada. Una envidia de instalaciones, vaya. Por si fuera poco, el personal que allí trabaja es amable y servicial y conoce su oficio.
Los 25 besos más apasionados de la gran pantalla (5ª y última parte)
Aquí tenemos a Richard Gere y a Julia Roberts en la escena final de Pretty Woman, el tierno cuento de Cenicienta adaptado a una prostituta que llegaría a ser el paradigma del éxito comercial del cine moderno.
LO QUE HACE LA FALTA DE DINERO
Font de Mora 3ª parte
El conseller admitió que la adjudicación de plazas de EpC en inglés prevista para este viernes no podía llevarse a cabo, pero se limitó a "aplazarla a principios de septiembre", convencido de que aunque el TSJ presupone que debe haber una petición previa de los centros para dar la asignatura en inglés "nosotros entendemos que no tiene por qué ser siempre así", dijo.
También volvió a echar mano de las victorias electorales del PP para insistir en su política educativa: "Estamos respaldados por una amplia mayoría social y tenemos el derecho a que esta política siga adelante", puntualizó.
Pues eso, como tienen amplia mayoría social no voy a hacer ni una huelga más por este tema. Lo siento, a mí no me quitan más dinero por hacer huelga por eso. Me pliego a sus deseos. Este año no doy sólo catalán, voy a impartir un Programa de Diversificación Curricular: si el conseller quiere que imparta geografía, o historia, o literatura en inglés, os digo que yo lo imparto, lo digo en serio.
lunes, 27 de julio de 2009
Enhorabuena a las campeonas de natación sincronizada
Esta gran noticia para el deporte español sólo se encuentra en las webs de periódicos nacionales después de mucho buscar: como siempre lo que prima es el fútbol.
Mi poco respeto al fútbol y a los medios de comunicación que lo elevan a la categoría de fanática secta y mi aprecio y enhorabuena al equipo español de natación sincronizada.
Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres
Hace 40 años, Harriet Vanger desapareció de una reunión familiar en la isla que pertenece y es habitada por el poderoso clan Vanger. Su cuerpo nunca se encontró, sin embargo su tío está convencido de que fue asesinada y de que el asesino es un miembro de su propia familia, una familia unida y a la vez disfuncional. Contrata entonces a Mikael Blomkvist, periodista caído en desgracia y a la tatuado y salvaje hacker informática Lisbeth Salander para investigar el caso.
Será cuando la pareja relaciona la desaparición con un número de grotescos asesinatos de hace cuarenta años, cuando comiencen a desentrañar una oscura y horrible historia familiar. Pero los Vanger son una familia reservada, y Blomkvist y Salander están a punto de averiguar lo lejos que están dispuestos a llegar para protegerse.
Hace unos meses os comentaba cuánto me había fascinado esta novela, así que me llamaba la atención ver su versión cinematográfica. Puesto que no me la habían prestado bajada de la red ni tampoco iban a proyectarla en el cine La Esperanza, no me quedó más remedio que ir a unos multicines convencionales. El grave error por mi parte fue no acordarme de que en verano ponen el aire acondicionado tan fuerte que se te congelan hasta las ideas y que es conveniente llevar una chaqueta, cosa que se me olvidó. Espero tenerlo presente el verano próximo.
A lo que iba: a priori, se trataba de un libro de difícil adaptación no sólo por su extensión sino por la inmensa cantidad de datos que aporta sobre los protagonistas propiamente dichos y, sobre todo, sobre la familia que investigan. La criba y las tijeras eran inevitables; aun así, creo que no dañan a la posible pérdida de claridad del argumento: al revés, lo simplifica y enfoca sin distraer. Las escenas más sórdidas están cuidadosamente tratadas: no puede desaparecer la violencia (se desvirtuaría el espíritu de la novela) pero tampoco se encarniza gratuitamente. Otro acierto es que los actores, suecos, sean desconocidos para el gran público, lo que ayuda a centrarse en los personajes, sin tener que ver a fulanito o a menganita haciendo de tal o cual entre los que destaca la genial recreación de Lisbeth.
En suma, unos de esos raros casos en que la película no me ha decepcionado respecto al libro.
Te envío las compras. Camps: cinco trajes a 950=4.750 euros"
Nuevos correos electrónicos de la red de Correa acreditan el supuesto cohecho
Nuevos documentos incorporados al sumario del caso Gürtel en Valencia apuntalan que el presidente, Francisco Camps; el secretario general del PP regional, Ricardo Costa; el ex vicepresiente Víctor Campos; el ex asesor de Turismo Rafael Betoret y el director de la televisión autonómica, Pedro García, recibieron regalos de la trama corrupta. Los cuatro primeros están imputados por cohecho.
Uno de esos correos electrónicos, incorporado el sumario que se instruye en el Tribunal Superior de Valencia, recoge el siguiente mensaje enviado desde la dirección de Pablo Crespo (pablogerencia@fcsgrupo.com) a la dirección de Álvaro Pérez: "Te envío la relación de compras de la Comunidad Valenciana":"Cinco trajes a 950=4.750; 1 zapatos = 274,50; 1 zapatos = 184,50: 1 zapatos = 184.50; total: 5.392,50".Esta claro que Camps no ha pagado sus trajes como él ha repetido constantemente. Ha mentido. Si hubiera dicho desde el principio que eran un regalo a cambio de... nada... sólo por ser un presidente de la generalitat, hubiera quedado mejor ;las personas que ponemos en tela de juicio a los políticos, sean del partido que sean, no lo hubieramos creído, pero no se hubiera podido demostrar nada. Ahora la señora Rita Barberà intenta seguir ese hilo de defensa: que todos los políticos reciben regalos por nada. Lo siento, Barberà, ahora es tarde: Camps ya ha mentido, ya ha dicho que se los pagó él.
Alberto Contador gana el Tour
Me gusta el ciclismo y me encanta Alberto Contador. Me cae muy bien, lo veo un chico muy accesible, un poco tímido y muy buena persona. Me encanta que haya ganado el Tour teniendo como rival a Amstrong. Amstrong hizo historia con sus siete tours ganados, qué necesidad tenía de volver? Está claro que volvía para ganar otra vez y convertirse en más leyenda... pues lo siento chico, pero Contador ahora te ha ganado la partida... Se rumorea que le ha sentado fatal que los jóvenes, como es natural, se vayan abriendo paso: le sentó muy mal que Contador atacara un día que estaba muy fuerte porque según dice él no respetó Contador la disciplina del equipo...qué tontería, Contador iba también igual que él a ganar... muy bien Contador! Amstrong, deja paso a la juventud, no seas egoísta...
viernes, 24 de julio de 2009
Lucianna, pintora
Cresol
Good
John Halder, un hombre bueno y honrado con problemas personales, es profesor de literatura en la Alemania de los años 30 y publica una novela en la que explora sus circunstancias familiares y defiende la eutanasia. Varios políticos usan el libro para apoyar la propaganda gubernamental, y la carrera de Halder como escritor despega gracias a una optimista corriente de nacionalismo y prosperidad. Pero este cambio de suerte le hace tomar decisiones aparentemente sin importancia, pero con devastadoras consecuencias para las personas que le rodean.
Está protagonizada por Viggo Mortensen (muy atractivo a sus casi 51 años), que interpreta un personaje totalmente diferente a los que nos tiene acostumbrados. Good es una película sobre un escritor de Universidad que ve cómo sus ideas sobre la eutanasia son utilizadas como propaganda del régimen nazi. Nos muestra algo que siempre me había preguntado: cómo hombres buenos –de ahí el título, que no sé por qué dejan en inglés- e inteligentes se vieron atrapados en una espiral de acontecimientos provocada por la ascensión al poder del nazismo. Aparte de que no vieron venir el desenlace, nunca imaginaron que aquella base política desembocara en tal ignominia histórica. La película es un reflejo de aquellas buenas personas que se vieron envueltas en la vorágine política de la Alemania de mitad de siglo. No es una cinta perfecta pero sobresale de la mediocridad comercial que invade las pantallas.
¿Hay alguien ahí fuera?
Ana es la responsable de prensa de una prestigiosa marca de cosméticos, pero tras sufrir un accidente en el que muere su esposo y ella resulta gravemente herida, decide dejarlo todo y volver a casa de sus padres en Dublín. El reencuentro con su increíble familia, el contacto con el mundo del espiritismo y la descripción del ambiente publicitario neoyorquino configuran las líneas maestras de esta agridulce comedia que, a pesar de abordar un tema tan duro como la muerte de un ser querido, está cargada de vitalidad, humor y personajes inolvidables.
Las de Marian Keyes son novelas románticas (para qué negarlo) pero muy alejadas del tópico, -para entendernos, muy distantes de una novela de Corín Tellado-. En ellas hay amor -claro-, dulzura, superación y mucho humor. Sin ir más lejos, con ¿Hay alguien ahí fuera? me he desternillado. Los diálogos son geniales y los personajes son tan excéntricos y fuera de lo común que te lo pasas pipa con ellos. También lloras un poco. Con sus nada convencionales historias descubres que, en esta vida, hay personas normales que sufren, que tienen trabajos horribles, que malviven, pero que se superan, que vuelven a retomar los hilos de su vida y que, al final, son felices.
jueves, 23 de julio de 2009
Un fuego incontrolado arrasa 200 hectáreas en La Vall d'Alcalà
El fuerte viento y las altas temperaturas avivaron la intensidad de las llamas
El fuego comenzó sobre las 14.40 en la partida de Las Rocas, en el monte de La Salona, entre los términos de La Vall d'Alcalà y Vall d'Ebo. Fuentes municipales apuntan a una quema de rastrojos como origen del fuego. No obstante, los bomberos ubicaron el foco inicial del incendio al borde de la cuneta de una carretera. El alcalde de La Vall d'Alcalà, Juan José Sendra, señaló que el fuego propagó por un solo foco, lo cual hacía pensar en que las llamas comenzaron por un "descuido o accidente" en una cuneta próxima a una carretera.
Al parecer este fuego de la Vall, bastante cerca de Dénia, lo provocó un desaprensivo que quemó rastrojos en el borde de una cuneta. Ya lo tienen localizado, espero que caiga sobre el todo el peso de la ley porque su broma ha quemado 500 hetáreas de monte verde y pudo haber costado vidas humanas como en otros incendios. Cuando nos vamos a concienciar de que no podemos hacer fuego por ningún motivo en verano? Los países mediterráneos cada verano se dejan un trozo más de su piel en incendios. Acabaremos muy mal.
Fiestas de las Santas Justa y Rufina
miércoles, 22 de julio de 2009
Cultura deniega 7.000 euros para arreglar un puente romano por falta de fondos
martes, 21 de julio de 2009
La frase del año
'En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para qué sirven'.
LA CIMA DEL MUNDO I
LA CIMA DEL MUNDO
Era mejor mirar al horizonte por la noche. Si lo hacía durante el día corría el riesgo de marearse y, por lo tanto, caerse. Y ante todo, no debía caerse. Ésa era una de sus pesadillas más recurrentes: el traspiés, el salto por la barandilla y luego el interminable descenso a lo largo de la magnífica estructura de cristal, acero y soberbia humana.
Muchas veces, cuando yacía empapado en soledad y sudor tras despertarse, se había preguntado cómo sería. Lo imaginaba espantoso, como planear sobre el infierno de Shiva: el aire ardiente oprimiendo el pecho del condenado, impidiéndole respirar, la percepción de la eternidad en millones de instantes fugaces como granos de arena lanzados a presión contra su rostro… Comparada con esa agonía, el horror final, el cataclismo portador de oscuridad, no era nada.
Por eso era necesario que recordase: no mirar el horizonte de día. Pese a que llevaba allí arriba algo más de año y medio, no acababa de acostumbrarse. El contraste entre la minuciosa atención que exigían los circuitos en los que trabajaba, un mundo minúsculo que ofrecía orden y definición en cada uno de sus elementos, y la desintegración de la mente en la cambiante y temblorosa nada del desierto, aún era demasiado para él. Las atestadas callejuelas de Bombay no le habían preparado para esto. Ni, desde luego, para la soledad absurda y desquiciante que no le quedaba más remedio que padecer.
Pero aguantaría. Lo estaba haciendo bien. Cada día, al despuntar el sol, más o menos hacia las seis de la mañana, se levantaba del camastro que se había preparado con una colchoneta y unas mantas, pues al llegar la noche hacía frío y en esta parte del rascacielos aún no habían puesto las enormes cristaleras, hacía sus necesidades en el retrete portátil que habían subido expresamente para él, desayunaba frugalmente, y se enfrascaba en su trabajo hasta que la noche le traía alivio y descanso. Doce horas, sin contar la pausa para comer y un cigarrito a media tarde.
Cualquiera podría pensar que, dado que estaba completamente solo las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana y las cincuenta y dos semanas del año, bien podía tomárselo con más calma, descansar más horas. Quienquiera que lo pensase no se había pasado ochenta semanas en la punta del rascacielos más alto del mundo sin más compañía que sus herramientas de electricista, el ordenador portátil mediante el que recibía las constantes instrucciones del ingeniero jefe de sección, y sus miedos. Sólo podría descansar cuando, finalmente, completara el trabajo que se había comprometido a realizar, que nadie más quería hacer, y por el que le pagaban la astronómica cantidad de mil dirhams (=500 E) al mes. ¿En qué otro sitio de Dubai, por no decir de su India natal, encontraría un sueldo mejor? Por lo tanto, el día más feliz de su vida sería aquel en el que volvería a subirse al montacargas, descendería los setecientos pisos que le separaban del suelo salpicado de maquinaria, y recogería la prima de tres mil dirhams que le habían prometido como gratificación extraordinaria por fin de obra.
Y era realmente extraordinaria. Con ese dinero podrían pagarle los estudios a Vandra. La beca que su hijo había conseguido no era suficiente, pese a que le había abierto las puertas de la Universidad de Bangalore, la ciudad sagrada de los sabios que conocían los secretos de los ordenadores, esas máquinas mediante las cuales se gobernaba ahora el mundo, como el ingeniero jefe le mandaba ahora a él sin tener que subir allí arriba más que una o dos veces al año, para comprobar que todo estaba correcto.
Así eran las cosas. Él no se quejaba: de esta manera, al menos, su hijo tendría la oportunidad de ser uno de los que conocían los secretos, de los que mandaban a distancia. Exactamente tal y como él fue el primero de su familia que no se partió el espinazo en los campos, sino que fue enviado, gracias al inmenso sacrificio de sus padres y la ayuda de un pariente rico, al Instituto Politécnico donde estudió la electricidad. Sí, tenía sentido: del campo, a Bombay, de Bombay a Dubai, y de Dubai, a Bangalore, directos al futuro. Cada generación se proyecta a través de la siguiente, buscando un medio de romper la rueda de la miseria eternamente reencarnada.
Así que, para no perder el rumbo ni perderse a sí mismo en aquellas tórridas alturas, se obligaba a seguir un estricto horario, a rezar a sus dioses cada día en el pequeño altar que había dispuesto junto a su camastro y a mirar el horizonte sólo por las noches, cuando la lejana línea de dunas montañosas era un trazo apenas vislumbrado y lo único que importaba eran las estrellas, tan cercanas a él como las luces que brillaban en el distante suelo. De hecho, en el punto en el que la ciudad se prolongaba hacia el horizonte, el cielo y la tierra se confundían en un único lecho oscuro cuajado de brillantes guijarros. Era un espectáculo hermoso, grandioso… y, de entre todos los mortales de la Tierra, él era el único que podía apreciarlo.
Un día, la pantalla del portátil se apagó.
No se dio cuenta hasta que, finalizada la pausa para comer, se acercó a la pantalla para comprobar si había instrucciones nuevas. Había terminado todo el cableado de las antenas, algunas de ellas conectadas directamente a satélites, según le habían dicho. Por lo menos, la parte que le correspondía a él, ya que tendrían que ir embutidos en la hermosa aguja de fibra óptica que sería el remate del edificio, y ese trabajo lo tendrían que hacer obreros especializados, parte de ellos colgando de arneses que a su vez penderían de helicópteros. Una obra maestra de trabajo de ingeniería en condiciones de alto riesgo. Así era todo en Dubai; la palabra “imposible” había sido desterrada a golpe de dinero y de genio.
Pero la pantalla estaba apagada. Negra. Por primera vez en tantos, tantos días.
Durante unos minutos no pudo hacer otra cosa que mirarla, incapaz de imaginar qué podría haber pasado para que el único vínculo que le unía al mundo, aparte del montacargas, se hubiera roto.
De modo que esperó, seguro de que, de un momento a otro, el cristal líquido volvería a iluminarse, cobrando vida de nuevo. Sabía que no había fallado ningún cable, ninguna conexión. Conocía el cableado y la estructura del sistema eléctrico, diseñado de tal manera que no se interrumpiera ni en medio de un terremoto, así que no era un fallo interno.
No supo a ciencia cierta cuántas horas pasaron. El sol se acercó de nuevo al inestable borde del mundo conocido mientras el viento procedente del desierto agitaba las palmeras de las avenidas en las que reinaba el lujo y removía el lujuriante follaje de los jardines en las mansiones de la otra palmera, la gran isla artificial construida en las aguas que bañaban la costa de esa tierra prometida. Él no podía verlo, pero, cerrando los ojos, sentía cómo se mecía el edificio al compás de las ráfagas de aire cálido, y su mente descendía hacia ese suelo que no pisaba hacía tanto tiempo y por el que sentía una repentina e inexplicable añoranza según transcurrían los minutos sin que la pantalla, inmóvil y burlona, volviera a encenderse.
Se levantó con movimientos lentos y medidos del suelo donde había estado sentado. Poniendo un pie delante del otro con el mismo exquisito cuidado, se acercó al borde del edificio, protegido del vacío mediante una delgada barandilla provisional. Inspiró hondo y se asomó.
No había más que unas pocas luces allí a lo lejos, en la base del edificio; tan diferente a la constelación que habitualmente bullía, reflejando el trabajo que no se interrumpía jamás. Ahora, sólo había oscuridad. Las máquinas habían parado.
Espera. Sí que había luces, pero eran diminutas y parpadeantes e iban de aquí para allá sin orden ni concierto. Ahora, aparecen otras más potentes, que se dirigen hacia las pequeñas y erráticas. Es difícil decirlo, pero parece que el viento trae gritos. Gritos de hombres acompañados por sonidos secos y sordos. Los débiles puntitos se dispersan y se apagan, uno a uno.
Cuando ve que su visión se vuelve borrosa, se yergue lentamente sin separarse de la barandilla, a la que se aferra con tanta fuerza que sus manos callosas le duelen. No se vuelve ni siquiera cuando oye un lejano y acompasado jadeo.
LA CIMA DEL MUNDO II
Transcurre una era geológica completa cuando por fin el jadeo da paso a una figura, que se apoya pesadamente en el umbral para recuperar el aliento. No puede verlo, pues está de espaldas a él, pero esta noche no necesita los ojos, los oídos, ninguno de sus sentidos. Aun así, está tan abierto al universo, que el conocimiento penetra en él, lo quiera o no.
- He venido a buscarte, Chandra – dice la figura – Soy Ismail, Ismail Rachpatan, no sé si te acordarás de mí. Estuvimos juntos hace dos años, entre el piso trescientos y el quinientos veinte.
Se acuerda. Por supuesto que se acuerda. Fue uno de los últimos contactos asiduos que tuvo antes de quedar aislado en la cima. Un paquistaní con malas pulgas, pero buen trabajador. Pero no se vuelve hacia él. Precisamente porque ha sido compañero de ese hombre quiere ahorrarle la vergüenza de que vea las lágrimas que se huelen en su voz.
- Chandra, no sé cómo explicarte esto, yo mismo apenas lo entiendo… Ni entiendo cómo hemos aguantado como perros todo este tiempo – se para el tiempo suficiente para ahogar un sollozo y reúne fuerzas para continuar – Primero nos dijeron que el consorcio… que las empresas… bueno, como quiera que se diga; que los jefes estaban pasando apuros de dinero, pero que continuáramos con la obra, que ya lo solucionarían. Nosotros les creímos. Hasta ahora siempre nos habían pagado. Eso fue hace casi cinco meses… cinco meses sin sueldo. Nos las hemos arreglado como hemos podido, confiando siempre en las promesas que nos hacían. Seguid, nos decían, los jefes lo arreglarán todo; además, nosotros estamos a medio sueldo, todos estamos en el mismo barco… En el mismo barco. Que Alá confunda sus lenguas mentirosas. No te avisamos porque pensábamos que las cosas se arreglarían y que todos cobraríamos lo que se nos debía. Y ahora…
Le cuesta hablar cada vez más. Por lo visto, lo que tiene que decir es aún peor. De alguna manera, él lo presiente, y quisiera arrancarse las orejas para no poder oírlo.
- Chandra… lo hemos sabido hoy. La empresa está en quiebra y no va a pagarnos. Por lo visto, uno de los jefes ha huido con el dinero que quedaba a uno de esos sitios donde la ley no puede perseguir a los estafadores. Un paraíso fiscal, creo que lo llaman. ¿Sabes cómo nos hemos enterado? Porque han cortado la luz. Deben un montón de dinero a la compañía eléctrica. Y luego, uno de los nuestros ha escapado de los barracones de los trabajadores y ha conseguido ponerse en contacto con su familia. Ya sabes que no nos dejan mandar ni recibir cartas desde hace unos meses, y mucho menos correos electrónicos de esos. Ahora sabemos porqué. Te acordarás que era obligatorio mandar el dinero a nuestras familias a través de la empresa; pues han estado desviándolo para utilizarlo en no sé qué operaciones de bolsa y lo han perdido. Desde hace varios meses no les llega nada. Sólo entonces, al enterarnos de eso, hemos protestado. No duró mucho, pues enseguida han enviado al ejército para que nos calle a base de mano dura. Pero lo que me quema es pensar que durante estos meses nos hemos quedado aquí, trabajando como perros. Pero está bien. Es lógico que nos traten como a perros, porque nos hemos portado como tales, sin levantar la cabeza cuando debimos haberles abandonado al primer impago. Y si nadie nos contrataba, tal como amenazaban cuando hablábamos de irnos, haberles cortado el pescuezo y al menos morir como hombres. Haberles rajado ¡¡¡así!!... y ¡¡¡así!!!
Los movimientos del hombre son convulsos, dominados por la rabia y la impotencia. Luego, se tranquiliza, respirando pesadamente, como si aún estuviera subiendo por la infinita escalera.
- Vámonos, Chandra – dice por fin – No sé si podremos encontrar otro trabajo, pues parece que está pasando lo mismo en la mayoría de los edificios que estaban construyendo, pero ya saldrá algo. Alá misericordioso proveerá. Lo importante es irnos de esta torre maldita.
No dice nada. Permanece, mudo, inmóvil, con la mirada perdida en el punto mágico donde se unen cielo y tierra, arriba y abajo en un único río que conduce a la salida de la rueda, al fin de las reencarnaciones, a la bienaventuranza. Apenas percibe cuando, con un sonoro suspiro, el hombre da media vuelta y comienza a descender.
Él no bajará. No ha terminado aún su trabajo, así que no descenderá por el montacargas. “Bueno, piensa confusamente, ahora el montacargas no funciona, así que tendría que hacerlo por las escaleras”. Setecientos pisos, miles de escalones, millones de golpes en su corazón. No, no pasará por eso.
Al contrario, él ascenderá. Más alto aún de lo que ya estaba, porque siente tan cerca el cielo estrellado que puede tocarlo con los dedos. Además, el mundo ha dado un vuelco sobre sí mismo y de repente se ve incapaz de diferenciar arriba y abajo. Al fin y al cabo, ¿qué importa? Lo único que importa es escapar, escapar de la rueda, escapar de lo que encontraría si regresara a Bombay, donde su mujer enferma y su hijo lleno de esperanzas han quedado abandonados a su suerte. Adiós a Bangalore, adiós al futuro.
Encaramado justo en el borde de la frágil barandilla, ahora el viento le envuelve. Su cuerpo se mece junto con el edificio que ha sido su mundo durante tanto tiempo. Llegó el momento de conocer otros espacios.
Es hora de fundirse con el horizonte.
Déjame entrar
Con doce años, proveniente de una familia disfuncional y sometido a abusos diarios por parte de un grupo de compañeros de clase, Oskar acaba de comprender que la vida puede ser maravillosa pero que a él le ha tocado sufrir la parte más oscura de la existencia. Una noche, Oskar conocerá a su nueva vecina, una pálida niña que oculta un terrible secreto. Basada en la novela Déjame entrar, de John Ajvide Lindqvist, la cinta del sueco Tomas Alfredson se convierte, con su elegancia, pasión y sobriedad, en toda una clase magistral de cine fantástico. Una delicatessen que conmueve y sobrecoge.
Guste o no, se trata de una película diferente. La nieve es un personaje más que marca la vida de unas personas acostumbradas a estar encerradas, donde el clima les ha curtido un carácter frío (yo no podría vivir en un sitio así), con diálogos casi inexistentes y donde prácticamente ni se miran a los ojos.En este panorama tan helado se construye una historia de amor entre dos preadolescentes de 12 años, ella vampiro y él un niño extremadamente tímido y maltratado por sus compañeros de clase. El ritmo de la narración es pausado pero tremendamente intenso, y deja pasmado al espectador por la dureza de sus imágenes y al mismo tiempo por su ternura y sensibilidad. No busquéis en esta película la lagrimita fácil. Esto no es Hollywood, es Suecia. Cuando acabó la película, no tenía muy claro si me había gustado o no. En contra, la exasperante lentitud de algunas escenas y lo gore de otras; a favor, la visión seria y nada edulcorada de los vampiros, esos seres que no encuentran su sitio.
lunes, 20 de julio de 2009
Nueva recomendación desde Rusia para que no se viaje a España
"He tenido que advertir, a disgusto tanto para el ministerio de Asuntos Exteriores como para la parte española, de que España nos continúa preocupando. Lamentablemente, mis pronósticos más sombríos se confirman", ha declarado Oníschenko en una rueda de prensa.
Ha subrayado que de los nueve casos oficiales registrados en Rusia, tres corresponden a personas que habían estado en España, mientras que otras cinco personas que regresaron de ese país se encuentran bajo observación.
Y yo le digo a este Oníschenko: pero melón, que no te enteras que la gripe A es una pandemia, esta extendida por todo el mundo, no se puede parar y se puede coger donde menos te lo esperes.
Hortera
El canalla sentimental
Ridículo, brillante, divertido, impredecible, gamberro, canalla, ocurrente, temible, real, el protagonista de esta novela es el ser más contradictorio que imaginarse pueda. Un ser caprichoso que se ríe de sí mismo y que no está dispuesto a callarse por vergüenza, un chico grande, famoso por su descaro: Jaime Baylys. Esta es su novela más divertida y sincera.
Me ha encantado la última novela de Jaime Bayly. Por si no os suena el sujeto, es el equivalente peruano a Boris Izaguirre, al que por cierto alude en el libro con afecto y admiración, además de recordar que se dieron un beso en los morros en un programa de TV. Aquí no es muy conocido pero en Latinoamérica es un astro televisivo. Tengo un par de libros suyos y habré leído otros tantos que se hallan en la biblio local.
Bayly domina también el medio televisivo, es entrevistador por interés pecuniario según confiesa. Provocador, perezoso, romántico, infiel, vanidoso, coqueto... Contada en primera persona, el protagonista es Jaime Baylys (la “s” final es la única diferencia con su propio nombre), un hombre en la cuarentena que cuenta su vida. Vive en Miami donde hace un programa de televisión. La relación con Martín, su novio argentino y el único hombre del que ha estado enamorado, no es fácil, pero no quiere perderlo. Debe recorrer miles de kilómetros cada semana para ver a sus hijas, Camila y Lola, a las que adora sin condiciones. Su ex, Sofía, no termina de aceptar su bisexualidad. Su familia se escandaliza ante su exhibicionismo. Su ex suegra lo quiere matar. Él los ama a todos y lo escribe todo, es su manera de quererlos. Si algún día me topase con él, dudaría si saludarlo o no pues el tío convierte cualquier circunstancia de su vida, por mínima que sea, en materia literaria. Sin el menor pudor.
Cine de verano
40º aniversario de la llegada a la Luna
Los dos elegidos para hollar el satélite fueron el comandante Neil Armstrong, de 38 años, y Edwin Buzz Aldrin, de 39 años. Uno entró en la historia como el primer ser humano que pisó la Luna y el otro, al menos, dio nombre al personaje de Toy Story Buzz Lightyear. El tercer astronauta de la misión, Michael Collins, de 38 años, quedó relegado a un injusto tercer plano porque no descendió a la superficie y se mantuvo orbitando.
La misión de Collins, aunque pueda parecerlo, no era secundaria. El Apollo 11 estaba diseñado como una nave de tres módulos: el de mando, donde viajaban los astronautas y que estaba pilotado por Collins; el de servicio, que albergaba los motores, el combustible y el oxígeno; y el lunar, conocido como Eagle, que se separaría de los otros cuando el Apollo estuviera en órbita y descendería a la superficie con Armstrong y Aldrin, que era su piloto.
El mundo entero tenía los ojos puestos en aquellos tres hombres: se calcula que una quinta parte de la población de la Tierra en esa época (600 millones de personas) siguió aquel hito aeroespacial por televisión. Un millón de personas se desplazaron a la costa de Florida para ver el despegue en directo, entre ellos celebridades de la talla de Charles Lindbergh, uno de los grandes artífices de la carrera espacial, Lyndon B. Johnson, o uno de los visionarios de este tipo de viajes, Hermann Oberth.
http://www.20minutos.es/noticia/480610/0/aniversario/llegada/luna/