Cosmópolis

Sinopsis:
Adaptación de una novela de Don DeLillo. Con el capitalismo a punto de extinguirse, los disturbios se extienden por Nueva York. El joven multimillonario Eric Packer se dirige en su limusina a cortarse el pelo en su peluquería favorita. Eric descubre que alguien quiere asesinarle a la vez que el caos se apodera de su imperio.

Reconozco que David Cronenberg siempre me ha dado un poco de repelús. Aun así, creo que me he atrevido a ver la mayoría de sus películas, con diferentes resultados. Incluso algunas me han gustado. Con la mejor intención me puse a ver esta y, estupefacta, me quedaba a cuadros con lo que veía. Robert Pattinson, que a mí ni fu ni fa, recorre Nueva York en una limusina que parece una nave espacial de la cantidad de gadgets que contiene y que lo mismo le sirve de picadero que de clínica para una exploración rectal. Las escenas se suceden y cada vez me entero de menos. Quizá sea una alegoría del capitalismo salvaje o de la desquiciada sociedad actual o vaya usted a saber qué. Yo, desde luego, no lo sé, no entiendo nada.

A pesar de todo, tonta de mí, continúo viéndola a ver si el final me lo aclara. Pues no. Sale Paul Giamatti interpretando un papel más extraño si cabe que los muchos que han aparecido hasta entonces, un señor al que le hablan los hongos de los dedos de sus pies, por poner un ejemplo.

Total, que acaba y me siento estúpida, no por no haber comprendido ni jota sino por haber aguantado hasta el final. En resumen: una tomadura de pelo. Menos mal que me la bajé de la red. Si llego a pagar una entrada de cine o un alquiler de vídeo por semejante mamarrachada, me lío a tiros con alguien, como el de la peli. O no. La humanidad se salva porque no hay armas de fuego en casa.