Sinopsis:
El juicio contra el padrastro de la joven Johana Márquez está a
punto de comenzar. A él asiste una embarazada Amaia Salazar, la
inspectora de la Policía Foral que un año atrás había resuelto los
crímenes del llamado basajaun, que sembraron de terror el valle del Baztán. Amaia
también había reunido las pruebas inculpatorias contra Jasón Medina,
que imitando el modus operandi del basajaun había asesinado, violado
y mutilado a Johana, la adolescente hija de su mujer. De pronto, el
juez anuncia que el juicio debe cancelarse: el acusado acaba de suicidarse
en los baños del juzgado. Ante la expectación y el enfado que la
noticia provoca entre los asistentes, Amaia es reclamada por la policía:
el acusado ha dejado una nota suicida dirigida a la inspectora, una
nota que contiene un escueto e inquietante mensaje: «Tarttalo». Esa
sola palabra que remite al personaje fabuloso del imaginario popular
vasco destapará una trama terrorífica que envuelve a la inspectora
hasta un trepidante final.
Hace unos días os hablé de la primera parte de la Trilogía del
Baztán. Conocidos los personajes, esta continuación atrapa incluso más y nos
vuelve a sumergir en unas mentes viciadas, capaces de las mayores maldades. La
autora nos lleva de un sospechoso a otro, cada cual más rastrero e inhumano. Es
horrible pensar que existan seres tan atroces: más allá del trastorno
mental, son la personificación del mal.
A falta de unas 50 páginas para acabar esta novela, como la tercera parte no la tenían en la biblioteca local, la busqué por la red. Al encontrarla, llevaba adjunta la sinopsis, cuya primera línea revelaba el asesino y la conclusión. ¡Horror! Cerré la página e intenté borrar de mi mente el nombre. Menos mal que tengo memoria de Dory y ya no me acordaba cuando retomé la lectura.
A falta de unas 50 páginas para acabar esta novela, como la tercera parte no la tenían en la biblioteca local, la busqué por la red. Al encontrarla, llevaba adjunta la sinopsis, cuya primera línea revelaba el asesino y la conclusión. ¡Horror! Cerré la página e intenté borrar de mi mente el nombre. Menos mal que tengo memoria de Dory y ya no me acordaba cuando retomé la lectura.
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