Sinopsis:
Richard Jewell era un guardia de seguridad en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, el cual descubrió una mochila con explosivos en su interior y evitó un número mayor de víctimas al ayudar a evacuar el área poco antes de que se produjera el estallido. En un principio se le presentó como un héroe cuya intervención salvó vidas, pero posteriormente Jewell pasó a ser considerado el sospechoso número uno y fue investigado como presunto culpable.
Me admira la capacidad de los estadounidenses para internacionalizar sus historias domésticas. Esta puede ser una de ellas, con la que poco nos podemos identificar, por lo menos yo.
No puedo entender la pasión de gran parte de su ciudadanía por las fuerzas del orden, por no hablar de las armas, que eso ya es harina de otro costal.
Pocas veces nos encontramos un protagonista que despierte tan poca empatía, al menos para mí.
Lo que sí puedo entender es lo bajo que ha caído el periodismo en los últimos tiempos, con la máxima de inventar sin contrastar con tal de vender. Vivimos en la era de las fake news, pero de las reales, no de las que proclama el presidente Trump, que siempre son las que van en contra de él.
Este es el aspecto que más me ha interesado de la última película dirigida por el incombustible Clint Eastwood, que consigue que sus actores estén al servicio de la historia, sin necesidad de refulgir. Kathy Bates se merecía el Oscar.
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