miércoles, 8 de junio de 2022

Últimos días en Berlín

 


Sinopsis:

Cuando Yuri Santacruz asistió al nombramiento como canciller de Adolf Hitler, no podía imaginar lo mucho que cambiaría su vida en Berlín. Había llegado allí unos meses atrás, después de haber huido, junto con parte de su familia, de San Petersburgo, asfixiados por una revolución que los había dejado sin nada. A Yuri también lo privó de su madre y su hermano pequeño, a quienes las autoridades rusas no permitieron la salida del país. Ya en Berlín, su sentido de la justicia lo impulsará a defender a un joven comunista agredido por las tropas de asalto de Hitler. Ese día, además, conocerá a su gran amor, Claudia. Su vida dará un giro inesperado, y la que hasta entonces había sido su máxima prioridad, buscar a su madre y a su hermano, será sustituida por otra más urgente en esos tiempos convulsos: seguir con vida.


Durante muchos años me ha pasado que el finalista del premio Planeta me guste más que el ganador. Esta vez no sabría decir si prefiero La Bestia o este novelón cuyas 638 páginas acabo de leer.

Es una novela histórica de esas que los angloparlantes denominan larger than life, en la pura tradición decimonónica o, más en nuestra tiempo, del estilo de los grandes relatos de Ken Follett. Repasa la primera mitad del siglo XX, centrándose en dos hitos: la revolución rusa y la segunda guerra mundial. Los acontecimientos históricos los conocemos más o menos, lo que no resta interés a la gran historia de amor que cuenta, con personajes zarandeados por las circunstancias.

Cuando leo o veo algo sobre el nazismo me pregunto cómo las buenas personas no supieron plantar cara a los delirios de un supremacista criminal. Supongo que habría que vivir el momento para darse cuenta de que no era tan sencillo ni mucho menos.

Estando el mundo en guerra de nuevo, por causas no muy distintas, me embarga un miedo atroz. El ser humano sigue tropezando en la misma piedra, una y otra vez. 


1 comentario:

carolina dijo...

Es cierto que las actuales circunstancias no mueven al optimismo y las voces que se oyen están pintando un panorama ciertamente sombrío. No obstante, salvo la siempre aterradora perspectiva de un conflicto nuclear, creo que es difícil que se repitan unos crímenes a esa escala.