Sinopsis:
Pasado y presente se entrelazan para relatar el drama del desarraigo y la redención de la solidaridad, la compasión y el amor. Una novela actual sobre los sacrificios que a veces los padres deben hacer por sus hijos, sobre la sorprendente capacidad de algunos niños para sobrevivir a la violencia sin dejar de soñar, y sobre la tenacidad de la esperanza, que puede brillar incluso en los momentos más oscuros.
Isabel Allende tiene tantas tablas en el oficio de escritora que sus libros, le salgan mejores o peores, son garantía de entretenimiento, además de superventas. No en vano, es la autora de habla hispana más leída.
Desde el principio, su narrativa engancha como una cuentacuentos; de hecho, apenas aparecen diálogos en esta novela. Choca que el primer capítulo nos lleve a la Viena de 1938 invadida por Hitler, en la infame noche de los cristales rotos, un lugar y un momento poco usuales en la obra de Allende. En los siguientes capítulos conoceremos a otros personajes, ya en América, en distintas épocas, cuya relación no entenderemos hasta bastante más adelante.
Desde la evolución del siglo XX hasta nuestros días, pandemia incluida, son muchos los temas que trata, como la inmigración, en este caso el éxodo de El Salvador hacia Estados Unidos, la corrupción en países latinoamericanos, el desarraigo de los niños en los conflictos bélicos, entre otros.
Sin ser de las mejores novelas de Isabel Allende, se lee con agrado. Tiene en mí una lectora segura.
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