En un terreno muy, muy amateur, fui el lunes a la Casa de Cultura a ver una representación en inglés de Robin Hood, interpretada por adolescentes locales que habían asistido a una especie de escuela de verano en inglés.
Me voy a abstener de comentar la calidad artística de la función, pero sí destacaré el esfuerzo de los chavales por vencer la vergüenza de salir al escenario, hecho que ya despierta mi admiración y valoración. Lo peor fue que había algún problema con el aire acondicionado de la sala, que no se pudo conectar, y pasamos calor a manta. Menos mal que la obra era corta.
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