Sinopsis:
El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige al
cementerio para contarle a la tumba de su marido el Txato, asesinado por los
terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. ¿Podrá convivir
con quienes la acosaron antes y después del atentado que trastocó su vida y la
de su familia? ¿Podrá saber quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a
su marido, cuando volvía de su empresa de transportes? Por más que llegue a
escondidas, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad del pueblo,
sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de Joxe
Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso de los peores temores de Bittori.
¿Qué pasó entre esas dos mujeres? ¿Qué ha envenenado la vida de sus hijos y sus
maridos tan unidos en el pasado? Con sus desgarros disimulados y sus
convicciones inquebrantables, con sus heridas y sus valentías, la historia
incandescente de sus vidas antes y después del cráter que fue la muerte del
Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón en
una comunidad rota por el fanatismo político.
En cuanto al tema, considero necesaria la revisión de esa horrible etapa de nuestra historia reciente, vista desde ambos bandos. Puedo entender la postura de las víctimas, nunca la de los verdugos: ¿para qué tanto odio, tanta violencia? ¿Se ha ganado algo con ello, a no ser dolor y rencor? Y encima apoyado por la Iglesia Católica, lo que es más enervante. Me imagino que no todo el mundo se habrá visto reflejado y que habrán llovido críticas.
Gran mérito del autor es mantener el interés a lo largo de más de 600 páginas.
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