jueves, 17 de agosto de 2017
Con Carolina y José Ángel
El día 23 lo consagramos a la exaltación de la amistad. Hasta ahora no os había comentado que mi querida amiga Carolina había hecho el esfuerzo de dedicarme unos días de sus vacaciones para acompañarme en el mismo hotel. Por cierta política de la organización en la que viajábamos no le permitieron venir con nosotros en las excursiones, de modo que no pudimos compartir tanto tiempo como habría sido de desear. Pero el que pasamos juntas fue de calidad.
Miradnos aquí tomando un piscolabis en la terraza del campo de golf del hotel, cual superpijas potentadas. El intento de selfi no salió tan mal, dado que no tenemos los brazos de Pau Gasol.
Y para acabar de presumir de amigos, mi querido José Ángel condujo los casi 300 kilómetros que le separaban de su Zamora. No me podía creer que hubieran pasado diez años desde que nos vimos por última vez, cuando fuimos a verlo en la Semana Santa de 2007.
Aunque no voy a decir eso de que tengo unos amigos que no me merezco, porque yo tampoco estoy mal en ese terreno, lo cierto es que quiero muchísimo a estos dos seres y que valoro de corazón que estén en vida pese a la distancia.
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