Sinopsis:
En junio de 1994, 3 cuerpos aparecen acribillados a tiros en Miami, Florida. Semanas después, Pablo Ibar es acusado de los crímenes aunque ninguna de las pruebas halladas en el lugar del crimen lo inculpan. Un abogado incompetente, la ausencia de medios por parte de su familia y el empeño del fiscal en su culpabilidad, hacen a Pablo pasar por un terrible periplo carcelario y por tres juicios, una larga espera de 25 años y una dura lucha para él y su familia.
Hacía tiempo que tenía pendiente de ver esta miniserie de cuatro episodios.
Como en cualquier serie, película o libro basados en hecho reales, el inconveniente reside en que, si se conoce un poco el tema tratado, el desarrollo y el desenlace pueden resultar previsibles. El talento está en superar dicho escollo y conseguir interesar al espectador, incluso si sabe cómo termina la historia.
En este aspecto, creo que lo consigue, gracias al tremendo drama humano que relata y a la gran interpretación de todo el elenco, encabezado por Miguel Ángel Silvestre, por encima de los papeles de galán que le otorgaron la popularidad. Compone un personaje que evoluciona a través de las décadas que pasa en la cárcel, en el corredor de la muerte que sirve de título a la serie, acusado de unos crímenes sin bases sólidas de culpabilidad. Cada episodio comienza con una intervención del presidente de turno de los Estados Unidos, una manera de situarnos en el tiempo y en la esfera política en la que se enmarca la situación.
Una serie dramática de las que hace pensar.
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