Sinopsis:
El detective Ralph Anderson y Holly Gibney, una investigadora poco ortodoxa, investigan el brutal asesinato de Frankie Peterson, un niño de 11 años, ocurrido en un pacífico pueblo. Aunque al principio todo parece tener una explicación dentro de lo plausible, pronto se darán cuenta de que una fuerza sobrenatural parece tener mucho que ver en la desaparición del chico.
Cuando reseñé la novela, comenté que no se había tardado en convertirla en serie. Al tener fresca la historia, me animé a verla y así percatarme de las inevitables diferencias, dado que son medios distintos.
En primer lugar, en la medida de lo posible, me pareció bastante fiel al libro, a excepción de que el hijo del policía había fallecido, lo que entendí a posteriori por razones dramáticas.
Curiosamente, no me chocó la asignación de los actores a los personajes, con una flagrante excepción que puede hacerme recibir críticas y tildarme de algo que no soy. En la reseña literaria comenté mi alegría por reencontrarme con uno de mis personajes preferidos de Mr Mercedes. Que hubiera sido la misma actriz que en la serie habría sido una jugada tan maestra como improbable, lo admito. Lo que me cabreó fue que la cambiaran de raza, pues en los libros es explícitamente blanca. ¿Tanta importancia tiene? Sí y no. Abogo por la igualdad de raza y de género, pero también por el respeto a la creatividad.
En fin, me sentó tan mal que me salté los episodios siguientes para ir al último por ver si el final era diferente. La verdad es que no.
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