Sinopsis:
Cada generación tiene una manera propia de hablar y hay palabras que le sirven para identificarse en contraposición a las generaciones anteriores y posteriores; son su seña de identidad. Puede que esas palabras no sean nuevas, puede que otras generaciones las usen, pero hay algunas que están íntimamente ligadas a una generación en concreto, son prototípicas de ese grupo humano porque evidencian su forma de entender el mundo y su voluntad de expresarse de un modo determinado.
Me llegó noticia de este ensayo por una entrevista a Mar Abad, la autora, en el programa Deslenguados, del que tengo pendiente una reseña. Me suscitó curiosidad y lo solicité a la biblioteca como préstamo interbibliotecario. Mañana lo llevaré a devolver, que lo acabo de terminar.
Para empezar, me ha sorprendido la clasificación de grupos por edades. Así, llama Generación silenciosa a los nacidos en las décadas de 1920 y 1930; baby boomers a los nacidos en las de 1940 y 1950; los que nacimos en las de 1960 y 1970 somos Generación X, mientras que los de las dos décadas siguientes son millenials; por último, Generación Z llama a los nacidos a partir de 2005.
Siempre me había tenido por baby boomer y ahora resulta que soy Generación X. Supongo que combino características de las dos.
El subtítulo del libro es que Cada generación tiene sus palabras. Y es verdad. Lo que ocurre en que por mi edad he estado en contacto con las expresiones de todos los anteriores. Así, de mis padres conocí la generación silenciosa, con sus rebequitas, estraperlo y serenos. De mis hermanos, los baby boomers, los guateques, el bikini o el destape. De la mía, expresiones como guay del Paraguay, hombreras, bakalao y fistro. De los milenials, mileuristas, postureo y poliamor. De la generación de mis sobrinos nietos, zascas y tutoriales, por poner unos ejemplos.
Un libro muy interesante para reflexionar sobre el idioma.
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