Sinopsis:
Denver, 1987. Cuatro amigos que tratan de recuperarse de la noticia de la separación de "The Smiths", la icónica banda británica, deciden salir a la calle para superarlo con alcohol y drogas. Mientras tanto, un aficionado acérrimo de los músicos entra a mano armada a una estación de radio. Basado en hechos reales.
Me ha sorprendido muy gratamente esta película, y eso que no he sido una gran fan de The Smiths, a cuya memoria está dedicada esta carta de amor en forma de largometraje.
No obstante, no es necesario adorar su música para disfrutar de la película. Basta con sustituir a la susodicha banda de Mánchester por la que nos gustaba en la adolescencia, período en el que la música supone una parte fundamental, donde todas las canciones hablan de nosotros, nos identificamos con las letras y hacemos piña con los que comparten nuestros gustos.
Los que vivimos la década de los 80 veremos con cierto rubor retrospectivo lo ridículo de los atuendos y peinados. Si la tenemos tan idealizada es porque entonces éramos jóvenes. Cierto es que fue una década prodigiosa en cuanto a la música a ambos lados del Atlántico. Confieso que mis gustos eran más comerciales, más de Duran Duran que de The Smiths, que pocos temas suyos me suenan de la banda sonora.
Reseñaré el papel de un DJ que solo pone rock duro en su emisora de radio de la América profunda, que aprende a abrir la mente y los oídos rememorando su juventud, interpretado por un eficaz Joe Manganiello.
Una película agridulce muy apreciable.
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