Sinopsis:
Arrakis, el planeta del desierto, feudo de la familia Harkonnen desde hace generaciones, queda en manos de la Casa de los Atreides después de que el emperador ceda a ésta la explotación de las reservas de especia, una de las materias primas más valiosas de la galaxia y también una droga capaz de amplificar la conciencia y extender la vida. El duque Leto, la dama Jessica y el hijo de ambos, Paul Atreides, llegan al planeta con la esperanza de recuperar el renombre de su casa, pero pronto se verán envueltos en una trama de traiciones y engaños que les llevarán a cuestionar su confianza entre sus más allegados y a valorar a los lugareños, los Fremen, una estirpe de habitantes del desierto con una estrecha relación con la especia.
Hace un par de sábados, convencí a Pedro para ir a comer fuera y después ver una película en el cine. Elegimos, cómo no, Dune. Vaya por delante que no he leído la novela de Frank Herbert. Vi la película ochentera, probablemente en VHS, pero no recuerdo apenas nada más que unos fotogramas del desierto y la vaga reminiscencia de que salía un gusano gigante. Menudo bagaje. Aunque podría haber indagado un poco, preferí dejar que me sorprendiera. Lo primero, el cartel de "primera parte". Ya empezamos...
El reparto es de campanillas, ignoro si ajustado a los personajes, pero da gusto ver la entrega de profesionales como Óscar Isaac, Rebeca Ferguson, Jason Momoa, Dave Bautista (lo poco que salen), Timothée Chalamet (y su mirada de cordero degollado) o Javier Bardem, entre otros. He tenido que buscar qué papel hacía Stellan Skarsgard porque no lo habría reconocido.
La película tiene un tono épico a lo Lawrence de Arabia, quizá por el desierto, y se regocija en su morosidad. No me entusiasmó, la verdad.
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