Sinopsis:
Cuando un guapo vecino se muda al otro lado de la calle, Anna, con el corazón roto y para quien todos los días son iguales, comienza a ver una luz al final del túnel. Pero pronto será testigo de un espantoso asesinato... o eso cree.
Me acerqué a esta serie por la recomendación que leí en un grupo de Facebook. Menos mal que fue acertada acorde con mi gusto. Además, son solamente ocho episodios en torno a los veinticinco minutos cada uno, por lo que se pueden ver en una o dos sentadas si tenéis afición a los maratones, lo que no es mi caso.
Para empezar, lo primero que llama la atención es el título tan largo, récord de palabras quizás.
Contiene situaciones graciosas mientras que otras se cargan de suspense, con el espectador pendiente de si lo que pasa es real o fruto del alcoholismo de la protagonista. Por cierto, Kristen Bell está estupenda, bien secundada por dos señores estupendos como Tom Riley y Michael Ealy.
La resolución de los crímenes es casi surrealista, por no hablar de inverosímil, pero no deja de ser divertida y diferente.
En el episodio final aparece un cameo de Glenn Close, lo que no sé si es indicio de una próxima temporada.
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