Sinopsis:
Un hombre aparece brutalmente asesinado, presuntamente, a manos de su hijo Marcos, un adolescente sin problemas aparentes. La tragedia cae como un jarro de agua fría en el día a día de un instituto donde alumnos y profesores se preguntan qué ha fallado para un chico popular, casi perfecto, haya acabado cometiendo semejante crimen.
He visto los cuatro episodios que componen esta serie basada en la novela de Nando López, que no he leído. Retrata la adolescencia actual partiendo del thriller para abordar las complejidades que afectan a una nueva generación de jóvenes, y eso que se supone que lo tienen más fácil que la nuestra en multitud de aspectos, identidad sexual incluida.
Cada capítulo está narrado desde el punto de vista de uno de los cuatro personajes principales. Menos mal que el efecto Rashomon no se hace pesado. En ellos destaca la lacra de la homofobia tan absurdamente presente en el siglo XXI, que puede conllevar violencia física extrema, incluso en el seno de las familias.
Invita a los jóvenes a ser valientes y a alzar la voz sin temor para que su entorno sea capaz de apoyarles y ayudarles adecuadamente. No puedo decir que me identifique con los problemas expuestos, pues mi adolescencia no tuvo nada que ver con la expuesta en la serie, pero el trasfondo invita a la empatía.
Para rematar, uno de los protagonistas, Manu Ríos, es insultantemente guapo.
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