El sábado 13 de mayo nos reunimos con la mayor parte de los compañeros de viaje (algunos fueron directamente al hotel en sus coches) y emprendimos el trayecto en autocar de camino hacia Lloret de Mar.
El domingo 14, ya descansados de la paliza de kilómetros, volvimos a subir al autobús con destino a Tossa de Mar, preciosa localidad turística de la Costa Brava donde se nota el poderío y el alto nivel.
Declarado monumento histórico artístico nacional en el año 1931, el recinto amurallado de la Vila Vella es el emblema del municipio. Actualmente es el único ejemplo de población medieval fortificada que todavía existe en el litoral catalán. Construido a inicios del s. XIII para proteger a la población de los ataques de los piratas, conserva la casi totalidad su área perimetral original, con muros almenados.
Para subir al castillo, me encontré con un problema que iba a ser recurrente en la mayoría de las localidades que visitaría: suelos empedrados y cuestas pronunciadas, todo horrible para desplazarse en silla de ruedas.
En Tossa tienen devoción por Ava Gardner porque rodó una película allá. Incluso tienen una estatua suya que se le parece bien poco. Mejor potenciar el mayor monumento de la ciudad: Andrés Velencoso. Por mucho que miré, no lo encontré. Una lástima.
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