Sinopsis:
Dos jóvenes exaltados, Asier y Joseba, se marchan en 2011 al sur de Francia con la intención de enrolarse en la banda terrorista ETA. Esperan instrucciones en una granja de pollos, acogidos por una pareja francesa con la que apenas se entienden. Allí se enteran de que la banda ha anunciado el abandono de la lucha armada. Tras su desconcierto, no quieren renunciar a sus aspiraciones épicas, y así uno asumirá el papel del jefe y disciplinado ideólogo, y el otro de subalterno más relajado. Pero el contraste entre el afán de gestas y las peripecias más ridículas, bajo una lluvia pertinaz, es cada vez más cómico.
Esta es el quinto libro de Fernando Aramburu que reseño en el blog. Me gusten más o menos, de lo que no cabe duda es de que este señor es un prodigio de la palabra, escribe maravillosamente, es una gozada leerlo. Si lo que narra, además, conecta conmigo, ya no le puedo pedir más.
Por fortuna, este es uno de esos casos. Retoma el tema de la ETA, que con tanta maestría trató en Patria, pero desde un punto de vista totalmente opuesto. Aquí son los últimos coletazos de la banda terrorista y nos cuenta las vivencias de un par de gudaris (ignoro si es así el plural en euskera) ocultos en Francia a la espera del golpe final que pondrá a su organización al frente del Gobierno de su tierra. Pobres pringaos, no saben que la lucha armada está acabando.
Además de patéticas, sus experiencias llegan a ser la mar de divertidas para el lector, que disfruta de la ironía y el humor, en mayor dosis aquí que en las otras novelas que conozco del autor. Aun así, subyace un poso de amargura sabiendo cuántos muertos dejaron los miserables que seguían su credo político.
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