Sinopsis:
La inspectora Elena Blanco ha descubierto que su hijo Lucas está vivo, pero pertenece a la siniestra Red Púrpura, de la que le habló Vistas antes de su dramático desenlace. Niños secuestrados, menores sin futuro, tratas de mujeres… la mercancía se negocia, los espectadores pagan y hasta se puja por los desenlaces de las víctimas. La BAC sufrirá las consecuencias de hurgar donde no debe. El equipo no volverá a ser el mismo, todos arriesgarán, pero pueden perder demasiado por meterse en la profunda red.
He acabado de ver los ocho episodios de la serie La red púrpura, la continuación de La novia gitana. Confieso que no las he leído ni tampoco me apetece ahora. Al igual que su predecesora, la serie mantiene el interés y confío en que se lleve a la pequeña pantalla la novela que completa la trilogía. Se hace dura de ver por la violencia de ciertas escenas, aunque seguro que por escrito todavía son más explícitas. Nos vamos encariñando con los personajes que rodean a la inspectora, pero me resulta difícil empatizar con ella, no sé si por la cara de vinagre casi siempre inexpresiva de la actriz o porque los autores concibieron así a la protagonista.
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