Sinopsis:
Samantha Hargrave nació en Londres en 1860, en un barrio humilde. Desde muy pequeña se había sentido atraída por el tremendo universo del dolor físico y la esperanzadora posibilidad de su remedio. Así que, cuando creció, no tuvo duda sobre que quería ser. Sin embargo, estudiar -y ejercer- la medicina durante el siglo XIX resultaba prácticamente imposible para una mujer. Por ello, se vio obligada a trasladarse a Estados Unidos, donde, no sin dificultades y humillaciones, logró su ansiado título. Con todo, el camino de su triunfo -la plenitud del amor, el reconocimiento profesional, la lucha por una medicina más humana- sería aún largo y costoso.
Esta novela me la regaló mi amiga Mari Pau, junto a otra de la misma autora, Barbara Wood.
Me encanta esta escritora por su maestría en la narración y la creación de personajes. Con ella, se sabe que vamos a sufrir con los protagonistas, generalmente femeninos, por cuyo camino vital se encontrará multitud de obstáculos y pérdidas. Así le sucede a la Domina del título (suena esdrújula aunque no lleva tilde por ser en latín), tratamiento que se les daba a las doctoras en Medicina. La protagonista tuvo que luchar contra los prejuicios que durante el siglo XIX impedía a las mujeres el ejercicio de la profesión y prácticamente las inhabilitaba para cualquier tarea que no fuese la maternidad y el cuidado del hogar.
No se me han hecho largas las más de setecientas páginas.
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