Sinopsis:
Un enigmático detective privado lucha contra sus demonios personales mientras investiga la desaparición de la querida nieta de un productor de Hollywood.
No hace mucho reseñé Monsieur Spade, una serie que retoma el clásico género negro de detectives que ha sabido adaptarse a los tiempos actuales sin perder los elementos esenciales que lo caracterizan.
Aquí Colin Farrell, que no es santo de mi devoción, interpreta a uno de esos detectives que parecen arquetípicos: atormentado por sus propios fantasmas personales, está dedicado a buscar personas desaparecidas y frecuenta tanto las clases adineradas como los bajos fondos, más interrelacionados de lo que se puede pensar. Hasta aquí, nada nuevo. Pero llega el final del sexto episodio y una escena hace explotar la cabeza al espectador. Creo que se le podría haber sacado más partido a esta novedad.
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