Sinopsis:
Un crimen terrible sacude la apacible comarca de la Terra Alta: los propietarios de su mayor empresa, Gráficas Adell, aparecen asesinados tras haber sido sometidos a atroces torturas. Se encarga del caso Melchor Marín, un joven policía y lector voraz llegado desde Barcelona cuatro años atrás, con un oscuro pasado a cuestas que le ha convertido en una leyenda del cuerpo y que cree haber enterrado bajo su vida feliz como marido de la bibliotecaria del pueblo y padre de una niña llamada Cosette, igual que la hija de Jean Valjean, el protagonista de su novela favorita: Los miserables.
El jueves 12, cuando los rumores de que se iban a cerrar los centros educativos a partir del lunes siguiente se extendían con fuerza, se me ocurrió acercarme a la biblioteca. Tomé prestados dos libros, con la esperanza de devolverlos tan pronto como los leyese. Ilusa de mí.
Este es uno de ellos, el último premio Planeta, galardón prestigioso donde los haya puesto que, además de la notable dotación económica, garantiza ser un superventas.
Junto a la interesante intriga criminal, la novela es un gran retrato de personajes y debilidades humanas: la venganza por encima de todas. Tendré muchos defectos, pero no me considero una persona vengativa, lo que a veces no sé si es bueno o malo.
La Terra Alta del título es un personaje más, porque, se quiera o no, el hábitat nos influye.
Me resultó curioso que el autor emplease el presente como tiempo verbal mayoritario en la narración cuando lo habitual es el pretérito imperfecto. Y funciona muy bien para la agilización de la acción.
Por último, destacaré el amor por la literatura en general y la novela decimonónica en particular, con Los Miserables como modelo de la novela por antonomasia.
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