lunes, 16 de mayo de 2022

Eurovisión 2022

 


El sábado, a mi regreso a casa del cine, estaba empezando el festival de Eurovisión. Me quedé hasta el final para saber que Ucrania canta victoria y Chanel acaba tercera con una puntuación histórica. El éxito de la representante española se ha visto reflejado también en las votaciones, pues el jurado de expertos de toda Europa le dio un total de 231 puntos, colocándola en tercera posición.



Este bronce se mantuvo tras el televoto, donde Chanel sumó 228 puntos más y se quedó en un total de 459 puntos. Por encima de ella quedó Ucrania, la ganadora, con 631 puntos; en segundo lugar estuvo Reino Unido, con 466. Y el top 5 lo completan Suecia, con 438 puntos, y Serbia, con 312.



En primer lugar, me encantaron los presentadores, en especial Laura Pausini y Mika, al que le había perdido la pista. Yo fui de las críticas con la canción de Chanel, sin el grado de furibundez que alcanzó en redes sociales que ni ella ni nadie se merece. No obstante, vista la actuación, me quité el sombrero ante su buen hacer y la puesta en escena, que tenía que brillar entre tanta balada. 



La verdad es que no tenía ninguna canción favorita, menos todavía la ganadora: Ucrania es un vencedor simbólico gracias a la simpatía de la gente, lo que por una parte me parece bien y, por otra, me da pena porque ni en las mejores perspectivas el país estará en condiciones de celebrar el próximo festival. ¡Que acabe la guerra pronto!



5 comentarios:

Jesús dijo...

Separemos la canción de la intérprete. La canción y su contenido ha sido, es y será una mierda pinchada en un palo. La intérprete ha realizado una labor estupenda cantando y bailando a la perfección una canción. Cero absoluto para la canción. Diez para la intérprete.
Sobre el triunfo de Ucrania, aquí se supone que estamos hablando de unas canciones y unas puestas en escena, no de política. Vale, ahí está lo que está pasando en Ucrania, pero por pena o empatía no se debe dar el triunfo a un país. Estamos menospreciando el esfuerzo y el trabajo que han podido realizar los otros participantes a la par que damos un argumento más al típico tópico de que en Eurovisión prima más la política que la música. Por esta regla, los próximos premios de cine, literatura, artes, científicos deberían ir todos a personajes ucranianos.
Jesús.

Conchi dijo...

¡Qué alegría verte por aquí, Jesús! Pensaba que nos habías olvidado. Yo sí me acuerdo de ti y por eso te mando felicidades atrasadas por tu reciente cumpleaños.

En cuanto a tu comentario, no podría estar más de acuerdo. Gracias por dejarnos tu aportación.

carolina dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, Jesús. Al igual que Conchi, yo tampoco zarandeé a Chanel en las redes sociales, porque la chica no tenía culpa, ni poca ni mucha, del contexto en el que se la eligió como representante de España. Otra cosa es el criterio musical y sobre todo, más allá o más acá de él, se dilucidaba en mi opinión qué imagen de la mujer queríamos exportar o fomentar.
Chanel, con todo el respeto para ella como persona y como profesional, encarna de manera espectacular a la mujer objeto, poderosa en tanto en cuanto es capaz de atraer a los hombres, pero nada más.
Rigoberta Bandini, por otra parte, me parece un buen ejemplo de ese feminismo pijo, supuestamente reivindicativo, que luce una actitud desafiante a la hora de hablar de tetas o de sagradas vaginas, pero que se muestra impotente para luchar con efectividad contra los verdaderos problemas que afectan de cerca a las mujeres, más allá de un patriarcado de fondo que ha durado más de cinco milenios y con el que no se va a poder acabar en una o dos legislaturas. Y cuando hablo de verdaderos problemas estoy hablando de la precariedad laboral (que afecta a hombres y mujeres por igual, pero un poco más a estas últimas), de cómo están reviviendo entre las más jóvenes actitudes machistas más propias de nuestras madres y abuelas, de parejas o ex parejas que te quieren matar y de los que nadie parece poder protegerte, y suma y sigue...
Las Txanchugueiras (no sé si se escribe así) fueron, en definitiva, la opción que me pareció más decente. No porque musicalmente aquello fuera un temazo, sino porque, circunscribiéndonos al ámbito más puramente político (que ha sido, en definitiva, lo que realmente ha privado, como de costumbre en ese festival), esas chicas representaban a mi entender a la mujer fuerte de a pie de calle, a la que custodia tradiciones e identidades no exclusivistas ni definitorias, sino cálidas e integradoras. Me parecieron una canción y una puesta en escena por lo menos originales, y no más de lo mismo.
Ésa fue y es mi postura, que no varía ni un ápice por el hecho de que Chanel haya ejecutado una buena actuación y haya obtenido un muy meritorio tercer puesto. Tampoco hubiese variado en lo más mínimo si las Txanchugueiras hubiesen sido seleccionadas y hubieran quedado en el puesto 23, por ejemplo. Eso me hubiera hablado más del mal gusto de jurado y público, que de un error al haberlas seleccionado.

Jesús dijo...

hello, como me mencionas, Carolina, sigo este hilo.

Sobre la polémica del Benidorm Fest, mi opinión es que el Fest tenía unas normas, en las que resulta que el voto de los representantes de RTVE, con sus particulares intereses, tenía más peso que el voto popular. Supongo que todos los participantes conocían esto a la hora de participar, aunque el público en general, no. Los participantes conocían las normas y las aceptaron y, tras conocer el resultado final, ninguno de ellos protestó ni lapidó a la ganadora. Pero es como todo en esta vida, hay cosas que son como son, te gusten o no, si te gustan participas y si no te gustan te quedas al margen. Y el Benidorm Fest funciona así, de momento. Y así es. Chanel hizo una interpretación magnífica, la canción, para mí, era terrible, terrible, terrible. Y si ella quiere dar esa imagen de chica cañón, pues puede perfectamente hacerlo, es su opción y hay que respetarla.
Por desgracia, hoy en día, todo se politiza, a todo se le busca tres pies al gato y se le tilda de feminismo, machismo, racismo, homofobia creando polémica. A todo esto contribuye la presencia y el uso de las redes sociales, en las que todo el mundo puede opinar libremente de lo que sea, con conocimiento o no, y lo puede hacer anónimamte, con lo de la opinión se pasa al insulto de una manera pasmosa. Las redes sociales son malas, no, está mal el uso que se hace de ellas por algunas personas. Personalmente, me mantengo al margen de ellas y hago un uso de ellas muy selectivo, muy, muy selectivo.
Desde que tengo uso de razón veo Eurovisión y así seguiré, siempre que puedo organizando alguna actividad con las personas que invito a ver el Festival, alguna fiesta o cena temática o chorrada similar. Pero tengo muy en cuenta que el Festival es una cosa banal, ligera para divertirse, a ver quien es más hortera, más extrafalario, reírnos, criticar vestuarios, coreografías. No le busco significados más allá de lo que he dicho antes. Y es un lugar donde todo menos el talento musical brilla y es posible, con lo que los resultados son lo que son y ya está, y cuando termina un festival, pues a esperar el próximo y volver a pasarlo bien. Rigoberta hubiera quedado mejor, o las gallegas, quién lo sabe, para mí Eurovisión es lo que es y como tal hay que aceptarlo. No hay porqué hacerlo una cuestión de estado, ni un asunto de feminismo o patriarcado. Para mi Eurovisión es el evento hortera del año y trato de disfrutarlo de la manera más hortera que se me ocurra.
Para defender el feminismo, la igualdad y otros valores, para luchar contra la discriminación, hay que hacer cosas útiles, educar, legislar, cosas palpables que nos hagan hacer valer nuestros derechos, que hagan que la justicia sea efectiva, que los sueldos sean iguales, que la conciliación sea posible. A día de hoy, todos hemos visto muchos culos, pollas, chochos y tetas para que nos impresiones.

carolina dijo...

Seguro que tienes razón, Jesús, y que a lo mejor la peña estamos buscando tres pies al gato, pero ya de otros muchos años hemos sospechado que el gato anda más bien cojo. Sin duda, lo más sano es tomarse las cosas con buen ánimo y no pedir peras al olmo.
Lo de la curiosidad por ver las pintas que trae cada participante, lo comparto plenamente, porque de un tiempo a esta parte parece que mandan al festival lo mejor de cada casa.
Este año no fue para menos, empezando con las pintas que traían los ucranianos, pobres, y siguiendo (sin salir de Europa del Este) con los moldavos, cuya canción me pareció mucho más divertida y vitalista que la de sus vecinos. Claro que, si Putin continúa con lo que parece ser su plan expansionista y se anexiona la Transnistia moldava, me da que el año que viene ellos también vendrán con los ánimos mucho más alicaídos. Ojalá que no. Una guerra a nuestras puertas es más que suficiente.
Y lo de las redes y el desparrame nacional de haters de todo fuste y pelaje, lo cierto es que pone los pelos como escarpias. Pobre de aquél o aquélla que se convierta en pasto de esas hienas.