Sinopsis:
Christopher Clay tuvo una infancia difícil. Nacido en Rusia y abandonado por sus padres, fue adoptado por una familia americana con la que se crio en los Estados Unidos. Pero nunca olvidó sus orígenes y regresó a su país convertido en Vasily Federov, un hombre de negocios inmensamente rico, decidido a recolocar a su país en el centro del poder mundial. Frente a él, Frances Coffey, legendaria agente de la CIA y su equipo de agentes especiales. Entre ellos, Aubrey Argylle, cuyo oscuro pasado familiar le capacita para una misión tan peligrosa como sofisticada: localizar, antes que los hombres de Federov, el escondite de un tesoro napoleónico, arrebatado por los nazis y trasladado en secreto a uno de los lugares más recónditos de Europa. Las cartas están echadas, que gane el mejor.
En las películas basadas en novelas hay quien prefiere las segundas y hay quien opina que ciertas adaptaciones cinematográficas resultan mejores que los libros. De todo habrá en la viña del Señor, supongo.
En este caso, no existe diatriba posible ya que novela y película se parecen como un huevo a una castaña: en absolutamente nada, excepto el título y la profesión, peinado y vestimenta del personaje que le da nombre.
Imagino a un lector a quien le gustó la novela yendo al cine. Fliparía con la historia que tan poco tiene que ver con la narración, que no deja de ser una novela clásica de espías y aventuras que ensalza el espíritu de equipo.
Si me dan a elegir, prefiero la originalidad de la película. Que conste que la presencia de Henry Cavill no influye en mi decisión.
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