Este fin de semana vi en VOSE El Gordo y El Flaco, por recomendación de mi amigo Alberto, y me gustó bastante. Me retrotraído de inmediato a mi infancia. Supongo que vería sus películas en la tele, pero me viene el recuerdo del cine local, rodeada de un montón de niños riéndonos escandalosamente.
La película cuenta los últimos años que trabajaron juntos, mucho después de su éxito mundial, aunque recrea los sketches que tanto nos divirtieron, incluido el famoso bailecito. Por mucho que se empeñaban en entender su relación como profesional, en el fondo les unió una profunda amistad que perduró hasta el final. La película carecería de verosimilitud de no ser por las magistrales recreaciones de los actores John C. Reilly y Steve Coogan, sobre todo de este último, nominado a numerosos premios. Una lección de cinefilia.
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