Sinopsis:
Miniserie que sigue la historia de Andy Barber, un ayudante del fiscal que, ante un caso de asesinato, ve cómo todas las pruebas conducen a su propio hijo. Dividido entre su deber de defender la justicia y el amor a su hijo, deberá intentar resolver el crimen, cuya víctima es un chico de 14 años, compañero de clase de su hijo.
Buscando por internet información sobre cuántos episodios tenía la serie, leí sin querer un dato acerca del final. No puedo decir que fuera un spoiler, ya que en el fondo me lo figuraba. Siempre comento y a veces critico que a los estadounidenses les gusta que se lo den todo masticado, pero lo cierto es que tampoco me satisface que me dejen con la duda.
Las tramas de juicios suelen ser de mi agrado. Los dos que presenciamos aquí no son lineales sino que insertan multitud de flashbacks que explican cómo se llegó a ellos. Como podéis leer en la sinopsis, afectan a una familia cuyo único hijo adolescente es sospechoso de haber asesinado a un compañero.
Vemos la lucha de los padres por demostrar la inocencia del chaval y, lo que es más importante, creérsela ellos mismos. La madre es Michelle Dockery, que abandona su precioso acento inglés para distanciarse de su conocida participación en Downton Abbey. El guapo Chris Evans, sin su escudo del Capitán América, es un padre coraje que se deja la piel por su hijo a pesar de carecer de lazos con su progenitor, convicto por asesinato. ¿Existe un gen que transmite tal tendencia? Esa es una de las incógnitas que plantea la serie, junto con la de hasta qué punto conocemos a las personas que conviven con nosotros.
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