Al día siguiente a mi cumpleaños, invité a comer a las Guapetonas.
Como bien reza el dicho de que la confianza da asco, les había comentado que me apetecía el último libro de Lorenzo Silva sobre Bevilacqua, El mal de Corcira.
Al parecerles poco regalo, el sábado anterior vino a buscarme mi amiga Encarni, la encargada de las compras estilosas, para llevarme a elegir ropa. Al final cargué con un bolso y una blusa, ambos chulísimos. El bolso lo llevo a diario y la blusa la estrené en la comida.
Como siempre, disfrutamos de la charla y la gastronomía, en especial de la tarta nostálgica al estilo Tigretón, con su capa de nata, de mermelada de fresa y la cobertura de chocolate negro: una deliciosa tentación para caer de pleno.
Regresé a casa emocionada y agradecida de tener unas amigas como ellas.
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