Siempre es una alegría que un español gane una competición, y aún más en el caso de Carlos Alcaraz, que parece un muchacho muy sensato y simpático.
No vi todo el partido, primero, porque no me entusiasma el tenis, y segundo, porque me pongo muy nerviosa. Así que me enteré de su triunfo por redes sociales y lo celebré.
Carlos Alcaraz se lanzó sobre la hierba. Chutó una bola a la grada y se abrazaba después llorando con Juan Carlos Ferrero, su entrenador, y toda su familia. Carlitos, ya forma parte de la historia de Wimbledon. Apenas hace 10 años el tenista murciano soñaba con vivir ese momento en su habitación de El Palmar (Murcia) llena de pósteres de campeones de tenis. Este domingo 16 de julio su ilusión de infancia se hizo realidad. Y lo consiguió ante un Novak Djokovic que no conocía la derrota en el torneo desde 2017 y que llevaba 45 victorias en la central desde la final que perdió con Andy Murray en 2013.
Lo que parecía imposible fue posible. Después de 4 horas y 46 minutos Alcaraz ganó el título tras una batalla cinco sets que hizo suya por 1-6, 7-6 (6), 6-1, 3-6 y 6-4.
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