El viernes, la guapetona Loli y yo nos dirigimos al pub Kaúla, a su patio en concreto, para tomar una copichuela mientras esperábamos divertirnos con un monologuista. Mi reparo inicial era por si el público era excesivamente jóvenes y me sentía desplazada. Como iba también mi peluquera y su marido, que son los padres del dueño del bar, me calmé.
El monologuista era Juanma Molina, un almeriense al que había buscado previamente en YouTube y cuyo estilo me agradaba. Casi más que un monólogo, fue un coloquio, pues el cómico interactuaba con gracia con el público, siempre con respeto y calibrando muy bien la retroalimentación con los que allí nos reíamos con sus ocurrencias. Al término de su show, estuvo saludando a los asistentes, lo que fue de agradecer. En dos semanas, hay otro monólogo y espero repetir.
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