Sinopsis:
Pilar Eyre, una periodista madura y aún
presa de una gran pasión por la vida, conoce, durante un verano en la Costa
Brava, a Sébastien, un corresponsal de guerra francés de gran atractivo. Entre
ellos surge un amor inesperado que los lleva a vivir tres días de intensa
relación erótica y sentimental. Cuando Sébastien desaparece repentinamente,
Pilar lo busca con desesperación siguiendo las pistas ambiguas que el
periodista ha ido dejando a su paso, pero los resultados son cada vez más
sorprendentes y misteriosos. Esta no es una bella historia de amor crepuscular,
esta es una bella historia de amor entre una mujer que se atreve a llegar hasta
el límite y un hombre secuestrado por unos sentimientos imprevistos.
Esta novela fue la finalista del premio
Planeta del año pasado (habría que leer las otras). La ganadora no la he leído,
así que no puedo opinar.
Lo primero que me atrajo es el poético título, tomado al parecer de una pintada callejera. A continuación, la narradora se describe con el nombre, la profesión y el físico (como si no tuviera abuela, todo hay que decirlo) que la autora, Pilar Eyre, habitual en corrillos de cotilleos televisivos. Luego nos cuenta con pelos y señales la pasión que vive con un misterioso francés de atractivo sin par, faltaría más. Por parte de ella la aventura se convierte en un brutal enamoramiento, que se podría calificar mejor con un vocablo que rima. De ahí deriva a una ristra de absurdas pesquisas detectivescas y lamentaciones desesperadas por la ausencia del amante. Lo peor es que no despierta la empatía del lector, no la mía por lo menos, sino que se torna cansina.