El sábado pasado vi la ceremonia de entrega de los premios Goya. La más atípica de la historia debido a la pandemia, lo que a veces era una ventaja. Por ejemplo, no se eternizaban los paseíllos de los premiados subiendo al escenario. Estaban todos ricamente en su casa, en su sofá, bien compuestos con sus mejores galas, eso sí, y a veces demasiado acompañados para lo que marca la ley. En Málaga, un guapísimo Antonio Banderas, por el que resbalan los años, y la no menos agraciada María Escario, daban paso a grandes figuras del cine español que anunciaban a los galardonados. De estos poco puedo opinar porque solamente he visto un par de las películas candidatas. Aquí está la lista.
Como la mano de Banderas en Hollywood es alargada, consiguió que figuras punteras de allá enviasen videos de apoyo al cine español, en inglés o en castellano más o menos correcto. Así, vimos a Al Pacino, Robert de Niro, Charlize Theron, Dustin Hoffman, Tom Cruise, Barbra Streisand, entre muchos otros.
No faltaron, por supuesto, las reivindicaciones sobre la seguridad del cine. No la pongo en duda, pero no la aplico desde septiembre. De hecho, no voy a ninguna parte.
No se me hizo pesada la gala, aunque eché en falta un poco de humor. Supongo que las circunstancias no eran las más propicias.
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