Sinopsis:
Kentucky, años 60. En plena Guerra Fría, la joven Beth Harmon (Anya Taylor-Joy) es una huérfana con una aptitud prodigiosa para el ajedrez, que lucha contra sus adicciones mientras trata de convertirse en la mejor jugadora del mundo ganando a los grandes maestros, en especial a los rusos.
Que conste que en toda mi vida nunca he jugado al ajedrez. Creo que oí que era un deporte para mentes privilegiadas y ya me descarté yo misma. Hubo una época en que el hermano de una amiga me enseñó a jugar a las damas y nos pasábamos horas antes el tablero, hasta soñaba con ello. Ahí fue cuando me di cuenta de que era mejor dejarlo. Si tuviera que echar una partida, no sabría ni por dónde empezar.
Yendo a la serie, a priori no me interesaba el ambiente y, por supuesto, no me enteraba de nada de las múltiples escenas moviendo fichas y comentando tácticas ajedrecistas que sonaban como idioma dothraki. Aun así, y ahí reside el mérito de la serie, quería saber cómo evolucionaba la protagonista, cómo superaba las adversidades y cómo se recuperaba de sus errores. Además, es una delicia la ambientación de la década de los 60, con el vestuario, los peinados y la decoración de las casas. Todo ello lo coordina con gracia y solvencia la joven actriz Anna Taylor-Joy, de las mejores de su generación.
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