Sinopsis:
Se acercan las Navidades. Los niños rompen accidentalmente una figurilla del Belén de colección de su padre y deben conseguir por todos los medios una igual, el problema es que es una pieza única de anticuario. Sara, la hija mayor rompe con su novio, Ocho, que intentará recuperar sus favores con la ayuda de su suegro, Javier. Precisamente el suegro de Javier, el padre de Marisa, será acogido en la casa familiar para pasar las fiestas tras su reciente separación, lo cual no dejará indiferente a la madre de Javier, Milagros. Rocío, la folclórica de la familia, que hacía de Virgen desde hace varias Navidades, es relegada este año a hacer de pastorcilla, algo que su padre, Javier, no está dispuesto a asumir.
Con estos calores, la única salida fue el jueves pasado al cine. Tenía una entrada gratuita que caducaba ese día e iba a perderla porque lo que me interesaba de la cartelera ya lo había visto. El caso es que Santiago Segura adelantó un día el estreno de Padre no hay más que uno 3 y me dije: por qué no.
Es una entretenida comedia familiar, blanca, del estilo clásico apta para las tardes de Cine de barrio. Segura ha creado un filón de peripecias de niños y adultos, tanto como personajes como público. Por tanto, sabe repartir y dosificar las referencias para ambos. Lo de estrenar una película navideña en julio es una buena estrategia para hacer olvidar los calores, aunque da un poco de agobio ver tanta prenda de abrigo. Si, como parece, la saga va a continuar, más le vale darse prisa, que los críos crecen a velocidad de vértigo.
Con la moda de las escenas durante y detrás de los créditos, las de aquí son entretenidas, por lo que no me gustó que se encendieran las luces de la sala antes de terminar. Por cierto, se lo comenté a Santiago Segura por Instagram y me dio un like.
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