Sinopsis:
Alice Hart, a los 9 años, pierde trágicamente a sus padres en un misterioso incendio, tras lo cual se va vivir con su abuela June a la granja de flores Thornfield, donde se entera de que hay más secretos alrededor de su pasado y el de su familia. Enmarcado en el paisaje natural de Australia, y con las flores silvestres y plantas autóctonas como medio para expresar lo inexpresable, este drama familiar abarca varias décadas. A medida que crece, el viaje de Alice alcanzará un clímax emocional en el que se encontrará luchando por su vida contra el hombre al que ama.
Confieso que me ha costado mucho terminar los siete episodios de esta miniserie. Lo primero es el ritmo (más bien su ausencia) moroso, lentísimo, con interminables planos de carreteras enmarcadas en la naturaleza. A pesar de la valiosa presencia de Sigourney Weaver, inmensa en un papel de mujer luchadora y sufridora cuyas decisiones no son comprensibles en absoluto, a los pocos minutos de visionado del primer capítulo me digo: Con tal ritmo y la profusión de flashbacks, esta serie no es estadounidense. Don Google me confirma que es australiana.
Y no es que la serie sea mala sino que se podría haber contado la misma historia con la mitad de episodios y haber resultado más amena. De hecho, me dormí varias veces, en lo que pudo haber influido la medicación por el tremendo resfriado que seguramente pillé en el autobús de regreso de Portugal.