sábado, 28 de agosto de 2021

Un lugar a donde ir

 


Sinopsis:

Han transcurrido varios meses desde que Suances, un pequeño pueblo de la costa cántabra, fuese testigo de varios asesinatos que sacudieron a sus habitantes. Sin embargo, cuando ya todo parecía haber vuelto a la normalidad, aparece el cadáver de una joven en La Mota de Trespalacios, un recóndito lugar donde se encuentran las ruinas de una inusual construcción medieval. Lo más sorprendente del asunto no es que la joven vaya ataviada como una exquisita princesa del medievo, sino el objeto que porta entre sus manos y el extraordinario resultado forense de la autopsia.


En la reseña de Puerto escondido os mencioné las circunstancias que me llevaron a iniciar la hasta ahora tetralogía de María Oruña. Ignoraba si se podrían leer los libros de manera independiente, como en la saga de Bevilacqua de Lorenzo  Silva. En este caso, leído el segundo, creo que es mejor conocer el precedente. Sin querer destripar nada, las referencias al primero son numerosas e incluso un personaje que conocimos entonces como secundario adquiere aquí un protagonismo inesperado.

Por otro lado, además de la resolución de unos crímenes intrincados que a priori no tienen relación entre sí (nunca habría adivinado quién los cometió), abunda en escenarios cántabros próximos a Suances conectados a su historia desde el Paleolítico hasta la Edad Media.

Por si fuera poco, si los personajes presentados en la novela previa ya nos parecían interesantes, empezamos a tenerles cariño, que no dudo que se acrecentará en las sucesivas entregas que aquí reseñaré cuando las lea.  


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